miércoles, abril 24, 2024
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Envidia sana

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Debo reconocer que este fin de semana he sentido una gran envidia del pueblo estadounidense. Del americano del norte. Del pueblo yanqui. De esos ciudadanos anónimos que forman EEUU. Incluso, me he emocionado. Y eso que, en mi juventud, fui antiamericano.

Después, con la edad, me fui curando de esa enfermedad tan común entre los progres y ahora es posible que sea uno de los pueblos que más admiro. Por supuesto, creo que tiene muchas cosas manifiestamente mejorables pero, en su conjunto, es un pueblo admirable.

Desde el atentado del Maratón de Boston no ha habido en el mundo un pueblo más unido

Desde el atentado del Maratón de Boston no ha habido en el mundo un pueblo más unido. El propio presidente Barack Obama, horas después del acto terrorista, publicó en twitter el pensamiento de todos: En estos momentos no existen republicanos o demócratas, «sólo existen americanos» que deben permanecer unidos para sobrellevar las heridas que dejaron los sucesos de hoy. Qué envidia.

Pero, luego, ese pueblo americano tan denostado por la progresía siguió las recomendaciones que le pedían sus autoridades al pie de la letra. Colaboró con la policía a su manera. Explotó de alegría cuando la policía acabó con la vida de un terrorista y detuvo al otro. Y gritó Iuesei, Iuesei… God Bless America…, mientras agitaba banderas americanas… Y había gente de todo. Blancos y negros y amarillos y cobrizos y mestizos y moriscos y cholos y mulatos y zambos y criollos… Todos eran americanos. Todos se sentían unidos bajo una misma bandera. Todos celebraban que la policía hubiera acabado con el peligro terrorista…

Que envidia de pueblo americano. Que desastre de pueblo español

Y yo, al ver ese ejercicio de civismo y de patriotismo, me acordé de muchas de las cosas que han pasado en España en los últimos años… Y, muy especialmente, de aquella manifestación del día 12 de marzo de 2004 para condenar los atentados del día anterior. Noche triste. También recuerdo cómo algunos lo aprovecharon políticamente. Recuerdo los gritos de los que querían saber la verdad con las víctimas de cuerpo presente. Dos Españas. O tres. No era como ha sido ahora en EEUU. Entonces querían saber la verdad 36 horas escasas después de algo que había conmocionado al mundo. No han sido etarras, han sido moros. Tenían que ser moros. Como si los terroristas se diferenciaran en algo. Incluso, hubo periodistas españoles que, hace unos días, pedían opinar con prudencia porque había que dejar trabajar a la policía americana y a sus autoridades, y en aquel entonces pedían información cada minuto.

Que envidia de pueblo americano. Que desastre de pueblo español. Y lo digo con tristeza. Porque mientras veíamos a los estadounidenses de todas las razas, edades y condición social agradecer a su policía la solución del terrorismo, en España, el Fiscal General del Estado, en España, ordenaba que sumase, al delito de revelación de secretos de dos policías nacionales, el de colaboración con banda terrorista por el ‘caso Faisán’… Terrible. Para hacérselo mirar.

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La sonrisa de la avispa

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