viernes, marzo 29, 2024
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Comparaciones odiosas

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Vaya por delante que estoy en contra del «escrache», que no me parece que acosar a los diputados del PP en sus domicilios sea la manera de luchar por una ley que evite los desahucios. Se mire como se mire, el acoso es una forma de violencia y, además, creo sinceramente que hay otras maneras de que los ciudadanos planten cara al Gobierno para instarle a que pare los desahucios y sobre todo ponga en marcha una política económica encaminada a paliar los efectos devastadores de la crisis.

Es decir, me parece imprescindible que los ciudadanos salgamos a la calle a manifestar nuestras protestas y enfado pero salir a la calle no significa ir a los domicilios particulares de los dirigentes políticos para insultarles y señalarles convirtiéndoles en apestados.

Pienso que se equivocan quienes están haciendo del «escrache» una bandera, no me parece que a la violencia de los desahucios haya que responder con esta otra violencia.

Creo que María Dolores de Cospedal ha metido la pata comparando el escrache con el nazismo

Claro que también creo que María Dolores de Cospedal ha metido la pata comparando el escrache con el nazismo y que Esperanza Aguirre también la ha metido queriendo establecer un paralelismo entre quienes practican el «escrache» y las Juventudes hitlerianas. El nazismo ha sido la expresión más terrible de violencia asesina de cuantas se han dado en la Historia de la Humanidad. De manera que hay que pensárselo varias veces antes de comparar cualquier suceso con el nazismo.

De la misma manera que pienso yo que quienes se dedican al «escrache» terminan perdiendo la razón, Dolores de Cospedal también la pierde al hacer esa comparación absolutamente desmesurada e inconveniente. Cada cosa en su sitio. Pero eso sí, el Gobierno en particular y toda la clase política en general deberían de «pisar» la calle y así se enterarían de que los ciudadanos no pueden más, que el empobrecimiento de nuestra sociedad es una realidad palpable, que la falta de perspectivas de futuro sumen a la gente en la desolación, y que las medidas de austeridad extrema impuestas por Bruselas están resultando un fiasco. Eso se une a que en los años dorados los bancos, pero sobre todo las Cajas, dieron créditos a diestro y siniestro, y a que el paro ha aumentado y quienes hasta ayer tenían un trabajo con el que poder mantenerse y pagar la hipoteca hoy están en el paro. El Gobierno tiene la obligación de buscar soluciones para que las familias no pierdan sus casas, e igualmente tiene que obligar a los bancos a que devuelvan el dinero de las «preferentes» porque sencillamente han estafado a la gente.

Sí, los ciudadanos no aguantan más, y lo peor es que hay una crisis política e institucional que se agrava aún más por la crisis. Por eso hay gente desesperada dispuesta a salir a la calle a gritar, a protestar, a reclamar soluciones. Una manera de protestar es el «escrache» que, a mi juicio, va a cosechar más problemas que réditos.

Pero insisto, o los responsables políticos dan soluciones a los problemas de los ciudadanos o esa ira sorda que se va acumulando un día estallará. Mientras tanto, mejor haría Dolores de Cospedal en no hacer comparaciones odiosas. El «escrache» es reprobable, pero nada tiene que ver con el nazismo. Hacer esa comparación es un despropósito.

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Julia Navarro

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