jueves, abril 25, 2024
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Príncipe valiente

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Podía no haber ido. Pero fue. Podía haber puesto cualquier excusa. Pero no lo hizo. Y cuando más arreciaba el vendaval de hiperbólicos, redundantes y pomposos tertulianos contra la Corona porque se había imputado a una Infanta de España, el príncipe Felipe ha vuelto a dar muestras de madurez y ha puesto las cosas en su sitio. Aquí no pasa nada y hay que seguir apoyando a la Justicia y a los jueces.

Y no era fácil hacerlo después que la propia Casa Real mostrase su sorpresa

Y no era fácil hacerlo después que la propia Casa Real, extraña aunque comprensiblemente, mostrase su sorpresa por esa imputación cuestionando la postura variable del juez instructor. Alguien no supo separar la razón de Estado de los lazos de sangre y ésta se calentó demasiado por dentro. Quizás porque la Constitución española, paradojas de la vida, dice que la justicia se administra en nombre del rey. Y eso duele cuando se trata de una hija.

Afortunadamente, cuando el balón se iba fuera, como se dice en baloncesto, el Heredero de la Corona asumió su responsabilidad, recogió la pelota y encestó de tres. Y en un acto muy comprometido, en Barcelona, durante la entrega de despachos a 231 nuevos jueces, y delante del presidente de la Generalidad catalana, Artur Mas, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, y Gonzalo Moliner, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Gran Poder Judicial, el Príncipe Felipe, abundando en la moderación que se le supone, defendió públicamente a la Judicatura, destacando que la Justicia es el elemento esencial para el mantenimiento del Estado social y democrático de Derecho y asegurando que la función de los jueces «cobra aún mayor trascendencia en momentos complejos como los actuales».

Para el Príncipe de Asturias, la función de los jueces tiene todo su reconocimiento y apoyo, además del «apoyo y afecto» tanto del Rey Juan Carlos como de la sociedad.

El Príncipe Heredero estuvo a la altura de lo que se le exige

Sin duda, el Príncipe Heredero estuvo a la altura de lo que se le exige. Y, encima, le echó un capote al Rey, además, para taparle como padre.

La Justicia, dijo, es la «clave de bóveda» del mantenimiento del Estado social y democrático de derecho en «momentos complejos».

No tengo más que decir. Todo está dicho. Una vez más, el Príncipe Felipe ha demostrado ser un Príncipe valiente. JASP. Y, absolutamente, con su papel aprendido. Por el bien de la Monarquía y, en definitiva, de la patria.

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La sonrisa de la avispa

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