viernes, marzo 29, 2024
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La Infanta

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Para la Casa Real sin duda supone un grave contratiempo, uno más, la imputación de la Infanta Cristina en el llamado caso Nóos o mejor dicho caso Urdangarin. Por más que repitamos que una imputación no significa que se sea culpable lo cierto es que el que un juez llame a declarar como imputada en un caso a toda una Infanta de España no es un hecho baladí.

La Fiscalía Anticorrupción ha recurrido la decisión del juez Castro, pero lo cierto es que desde hace meses en ambientes judiciales se venía especulando con que tarde o temprano la Infanta terminaría teniendo que declarar sobre los negocios de su marido. Todos somos iguales ante la ley no nos cansamos de repetir y así parece ser cuando toda una Infanta de España es requerida por un juzgado de instrucción.

Cristina de Borbón desde su silencio pero con su actitud está dando una lección de lealtad

Hay quienes al filo de los acontecimientos vienen abogando por que la Infanta Cristina renuncie a sus derechos. En mi opinión, sería una decisión un tanto precipitada, otra cosa es que una sentencia judicial concluya que tiene una responsabilidad manifiesta en el caso Nóos. Renunciar a unos derechos sucesorios no es lo mismo que si un político acusado de corrupción dimite y luego, si resulta exonerado, regresa a la política. Esto es otra cosa, por eso mismo la decisión que pueda tomar la Infanta y la propia Casa Real es harto complicada.

También hay quien aboga por una separación, aunque sea temporal, del matrimonio Urdangarin. Hasta ahora la Infanta se ha mantenido leal a su marido apoyándole en todo momento y defendiendo a su familia por encima de cualquier consideración y eso la honra. Es muy fácil abandonar el barco cuando el naufragio parece inminente, pero ella se ha mantenido firme como una roca apoyando al hombre con el que se casó profundamente enamorada y que es el padre de sus hijos. Sin duda, Cristina de Borbón desde su silencio pero con su actitud está dando una lección de lealtad. Y no nos olvidemos de los hijos, esos hijos en común que deben de estar viviendo días de zozobra ante la situación de su padre y ahora de su madre. Niños que no pueden pasar inadvertidos, que no pueden refugiarse en el anonimato por ser quienes son.

En cualquier caso, la institución monárquica ha vuelto a sufrir un duro revés porque, se quiera o no, es un escándalo que una Infanta sea requerida por un juzgado. También hay quienes afirman que en los últimos tiempos se quiere abrir una causa general contra la Monarquía. Yo no lo creo. Lo que sí es verdad es que con el transcurrir del tiempo las cosas cambian y se ha ido al garete aquel pacto no escrito de silencio sobre todo lo que pudiera perjudicar a la Casa Real. Las nuevas generaciones no sienten que tienen ninguna deuda con don Juan Carlos por su actuación en el 23 F, ni tampoco se sienten en deuda por su contribución innegable a la instauración de la democracia en nuestro país.

Hay quienes defienden el derecho a decidir si España debe de continuar siendo una Monarquía

Siempre se ha dicho que el nuestro no es un país monárquico pero que era juancarlista y yo creo que era verdad, pero el problema es que algunos de los errores cometidos por el propio Rey y por miembros de su familia han provocado una decepción profunda en una amplia mayoría de los ciudadanos.

La cacería de elefantes en Bostwana fue un error de gran calibre, así como el descubrimiento por parte de la opinión pública de la existencia de Corinna, la mujer que se califica a ella misma como «amiga entrañable» del Rey. Si a eso le añadimos que los hijos de don Juan Carlos se han casado con quien han querido, pero seguramente no con quien debían, y le añadimos que la crisis económica tiene una relación directa con la crisis política e institucional, el cuadro no puede ser más desolador.

Son los miembros de la Casa Real los que con sus errores se han puesto en la situación en la que están y también es cierto que en estos momentos de crisis en que todo está en cuestión también lo está la forma del Estado, es decir hay quienes defienden el derecho a decidir si España debe de continuar siendo una Monarquía.

Ya he escrito en otras ocasiones que la Monarquía es un anacronismo pero que si cumple su función y los miembros de la institución son ejemplares no hay nada que objetar. Hay países de larga tradición democrática que son monarquías parlamentarias y en España, insisto, nuestra Monarquía venía funcionando bien y los Reyes cumpliendo con sobresaliente su papel de representación institucional.

La imputación de doña Cristina es un salto cualitativo que tendrá consecuencias

Quizá no se dieron cuenta de que el tiempo pasa y la sociedad cambia, quizá como otros padres no fueron capaces de exigirles a sus hijos que eligieran con la cabeza además de con el corazón, quizá se creyeron que la Monarquía estaba totalmente consolidada y que ese pacto no escrito de protección iba a continuar por siempre jamás. Lo cierto es que hoy en nuestro país todo está en cuestión, la Monarquía también, pero no porque nadie esté empeñado en abrir una «causa general» como se dice desde la derecha más conservadora, sino simplemente porque los ciudadanos no están por la labor de pasar por alto errores que en otros momentos no hubieran tenido en cuenta.

La imputación de doña Cristina es un salto cualitativo que tendrá consecuencias porque lo que está claro es que los ciudadanos esperan que todos seamos iguales ante la ley, lo contrario resultaría insoportable en estos tiempos que corren. Pero convendrán conmigo que produce una cierta desazón saber que toda una Infanta de España tiene que comparecer ante un juzgado de instrucción.

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Julia Navarro

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