viernes, marzo 29, 2024
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La mujer del César

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Quienes se dedican a la vida pública, como la mujer de César, no solo tienen que ser honrados sino parecerlo. El problema es que a lo largo de una vida uno puede conocer todo tipo de personas. Algunas estupendas otras menos, incluso puede conocer a delincuentes. Si uno es un particular no pasa nada, pero si se dedica a la política los conocidos del pasado se pueden convertir en la pesadilla del presente y eso es lo que le está sucediendo a Alberto Núñez Feijóo.

Las fotos pueden provocar el principio del fin de su carrera política

El hecho de que en el pasado se relacionara con un «capo» del contrabando puede provocar el principio del fin de su carrera política. Por lo pronto, todos los grupos de la oposición le tienen en su punto de mira y dentro de su partido está perdiendo la condición de «caballo blanco» de posible heredero para convertirse en una china en el zapato de Rajoy.

La cuestión de fondo es si es justo que Núñez Feijóo pague por el historial delictivo de su examigo el capo. Puede que Núñez Feijóo no diera importancia a lo que en su día se decía del tal Marcial Dorado, incluso que no creyera que era un delincuente, o simplemente que pecara de ingenuidad y no se le ocurriera poner distancias con él.

Seguramente, al Alberto Núñez Feijóo de hoy no se le ocurriría ni saludar a alguien como Marcial Dorado y mucho menos dejarse fotografiar alegremente en actitud amistosa. Pero puede que el Alberto Núñez Feijóo de hace unos años no calibrara lo que se le podía venir encima por dejarse ver con un personaje al que todos señalaban como «capo» del contrabando de tabaco.

La mujer de César no solo tiene que ser honesta sino parecerlo

A veces, incluso, uno conoce a alguien y aún sabiendo que puede ser de dudosa calaña mantiene una relación de amistad por razones diversas, porque cae bien, porque es amigo de la infancia, porque te importa un pimiento lo que digan los demás. El problema es que quienes se dedican a la vida política tienen que lucir una biografía transparente en la que no se encuentre el menor desliz, la mínima debilidad y, mucho menos, amistades peligrosas.

A mí no me cuesta creer que efectivamente Núñez Feijóo nunca haya favorecido al tal Marcial Dorado y que la suya fuera una relación amistosa sin gran recorrido, pero el quid de la cuestión es el mismo que en los tiempos de Julio César: la mujer de César no solo tiene que ser honesta sino parecerlo. Ese es el precio que pagan los que se dedican a la política. Un precio alto, sin duda.

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Julia Navarro

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