viernes, abril 19, 2024
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El negocio de Lamela y la regeneración de Aguirre

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El mensaje de la regeneración democrática en boca de Esperanza Aguirre produce un frío invernal en el corazón democrático de los españoles, y seguramente habrá helado en su tumba al mismísimo Costa, inventor fallido del concepto regeneracionista en aquella España que Machado llamó de charanga y pandereta.

La exlideresa se recorrió los foros más mediáticos tras su supuesto abandono de la política y se hizo con el posicionamiento en las primeras páginas de los informativos llamando ‘imbécil’, puertas adentro, a la secretaria general de pago diferido y otros melindres dialécticos sobre Bárcenas, por la mala gestión del caso del extesorero. Ella propuso su particular discurso regeneracionista, al margen de sus consejeros, diputados, alcaldes y concejales imputados por la justicia y amnistiados por Montoro.

Aguirre se desautoriza por los hechos que la rodean que son evidentes, diáfanos y poco discutibles

Y luego vino Güemes, y se vio que las famosas privatizaciones de la sanidad, democráticas, encerraban el espurio interés del negocio boyante con la salud de todos; negocio no sólo para el concesionario, sino también para el adjudicador. Y ahora Lamela, tan consejero de sanidad como el señor Güemes confirma la regla poco regeneracionista de sacar provecho privado y particular de los asuntos públicos de la ciudadanía, contribuyentes y votantes.

Aguirre se desautoriza no sólo por sus palabras torpes y poco creíbles, sino también por los hechos que la rodean que son evidentes, diáfanos y poco discutibles. Ahí está el heredero, que ha regenerado un apartamento en Marbella para su disfrute. Y estos consejeros de sanidad que se preocupan por la salud de sus cuentas personales y no por los bienes públicos.

En medio de esta crisis que causa estragos, este afán privatizador y esta continua inculpación de los empleados públicos, los consejeros de los gobiernos de Aguirre se hacen poderosos con sus negocios sobre la base de decisiones que adoptaron cuando deberían haber defendido el interés público.

Nos preguntamos, con la inquietud de quienes están ya macerados a golpes, que no habrá en las entrañas del proyecto de Eurovegas… Porque preguntarnos quién va a dimitir, quién va a pedir perdón, qué va a ser de Lamela… ya sabemos que es una quimera en esta España tan parecida a la del difunto Costa.

Editorial Estrella

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