sábado, abril 20, 2024
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La lista del horror y el gesto de Basagoiti

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Cada día un poquito más. Ahora, por aquí. Ahora, por allá. La gente de ETA siempre hace lo mismo. Un pasito para atrás y dos para adelante. Siempre ganando terreno. Gota malaya. No se cansan nunca. Malhaya la hora en que el Olvidable le dio cuartelillo. Ahora su lenguaje es más demoledor aún. Ya no matan. Ahora usan la palabra para matar la memoria. Y, curiosamente, en español.

La semana pasada, Batasuna-ETA-Bildu quiso dar otra batalla, y ganarla con el lenguaje. Posiblemente, la batalla de mayor fuerza simbólica de las libradas en los últimos años a su favor y pusieron la dignidad de las víctimas de ETA frente a la miseria moral de quienes justifican y casi aplauden la existencia de la banda terrorista en una supuesta ‘guerra’. Una ‘guerra’ que ya muchos aceptan. Derrotados por agotamiento. Da igual. Que se acabe el terrorismo. Que ganen ellos. Da igual. Y si hay que abandonar la ética a su suerte, que se abandone.

Una ‘guerra’ que ya muchos aceptan. Derrotados por agotamiento. Da igual. Que se acabe el terrorismo

De hecho, Batasuna-ETA-Bildu campa ya a sus anchas por la democracia. Y con Laura Mintegi haciendo de las suyas. Un pasito más. Ahora la perversa abuelita dice con gesto benevolente que los asesinatos de ETA fueron muertes políticas. Luego matiza. Pero ya está dicho. Un pasito para atrás y dos para adelante. Ya colocó su mensaje en la sociedad. No era terrorismo, era política. La memoria y la dignidad de los asesinados pisoteada. 857 muertes inútiles.

Es cierto que ante tanta bajeza, el presidente Iñigo Urkullu deslindo el tiro en la nuca de sus reclamaciones nacionalistas. Menos mal. Pero ya daba igual. Iban a ganar porque todo quedaría escrito para la posteridad en el diario del Parlamento vasco.

Menos mal que junto a esas palabras malditas que dañaban gravemente a la democracia en lo más profundo, Antonio Basagoiti leyó la lista del horror. Para que también quedase escrita en el Parlamento. Para que no se olvide. Era la primera vez. Un gesto sin precedentes. Tardó 20 minutos en leer los nombres de las 857 vidas que el terrorismo de ETA mató y que Batasuna-ETA-Bildu quiere hacernos creer que fueron imprescindibles.

Y leyó desde el gendarme francés Jean Serge Nerin, último asesinado en 2010, al guardia civil José Pardines Arcay, asesinado de 1968, que fue el primero. Y 857 nombres de vidas asesinadas, según los datos del Ministerio del Interior, clamaron Memoria, Dignidad y Justicia entre las cuatro paredes del hemiciclo.

Sonaron tan fuerte que ahogaron los aullidos de las hienas.

Nadie debería olvidar esa terrible lista. Porque el día que la olvidemos, habremos perdido la dignidad como pueblo.

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