sábado, abril 20, 2024
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La impresión del futuro

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“El despertado suena a las 7h00, con una suave música hawaiana, mientras que las paredes de la habitación simulan un nacer de sol en el pacifico.

Me levanto y me arranco el pijama para echarlo al cubo de reciclaje. Mientras que me despierto mirando al espejo, la inteligencia de la casa, me pregunta sobre la ropa que quiero llevar hoy para la reunión. Miro mi reflejo en el espejo sobrepuesta con diversas prendas que voy navegando con gestos de las manos. Finalmente me decido por un traje negro, con camisa blanca y corbata negra, y le doy a  imprimir. 10 minutos para finalización me informa el agente doméstico, mientras me pregunta que quiero desayunar, ofreciendo unas imágenes suculentas de platos exóticos predefinidos por mis preferencias.

Me decanto por un desayuno Irlandés, para empezar una mañana fuerte, lleno de energía. A pesar de que no puedo ver los impulsos digitales viajar por el wifi de la red domótica, sé que cuando haya llegado a la cocina en cinco minutos, estará mi desayuno recién impreso por la más reciente impresión molecular del mercado, capaz de reproducir cualquier ingrediente imaginable o por imaginar.

La barrera de lo digital y de lo físico siempre ha sido una gran limitación

Mientras acabo de arreglarme, mi traje se acabo de imprimir, y mientras que me voy vistiendo, no puedo dejar de mirar,  un stream en tiempo real de mi último clone, en vías de impresión en un centro avanzado de impresión en China. La impresión biomédica es todavía muy compleja para poder hacerla desde casa, y mi clone numero 3, que me permitirá llegado el momento, vivir otros 100 años, estará listo para recibir un download con toda la información digital de mi ser. No es exactamente la inmortalidad, pero se acerca mucho, y además puedo seleccionar mi aspecto físico …”

¿Una visión demasiado futura? Hace 1 año podría haberlo sido, pero los avances de la impresión dicha 3D, pero que ahora engloba muchas otras variantes como la biológica, la molecular, están permitiendo en muy poco tiempo, que lo que hace un año parecía un escenario de ciencia ficción, al poder estar al girar de nuestra esquina temporal.

Este es el espacio de tiempo en que pasamos de la impresión de pequeños objetos de plástica barato y feos, en que había que ponerle mucha imaginación para ver un personaje o un objeto como la Torre Eiffel, a sernos capaces de imprimir armas de fuego totalmente funcionales, réplicas coloridas de nuestras personas, maquinaria sensible, ropa, medicinas, piel humana y en los últimos meses comida.

La barrera de lo digital y de lo físico siempre ha sido una gran limitación a la hora de una transición completa en dirección a los canales digitales, especialmente en el retail más tradicional, pero el impacto de poder verme con realidad aumentada con una prenda para a continuación poder imprimirla y llevar la al trabajo, puede revolucionar de una forma totalmente disruptiva los canales comerciales como los conocemos hoy, porque podemos estar en la aurora de una nueva capacidad del ser humano para poder sintetizar de forma natural y cómoda cualquier artículo pasible de ser definido en función de elementos básicos que puedan permitir su reproducción por estas modernas impresoras del siglo XXI.

Los recursos necesarios para la impresión representarán un estrés añadido

Claro que existen todavía muchas restricciones tecnológicas para la implementación total de este tipo de tecnologías dentro del ámbito de vida cotidiano de nuestra sociedad, y seguramente que cuando lleguen, no serán asequibles para todos bolsillos, tanto del punto de vista de compra de la tecnología, como de los “cartuchos” necesarios a la generación de los objetos imprimibles. Pero también lo eran los primeros super ordendadores, y hoy llevamos todos  un mucho más potente en el bolsillo.

Pero como todas las monedas siempre hay reversos peligrosos, que sin entrar en la moralidad y la ética, pero quedando mas en una esfera terrena, se pueden cuantificar por los impactos medio ambientales de unas cadenas de producción personales y personalizadas, donde la posibilidad de que cualquier de los billones de ser humanos del mundo pueda generar por vía de la impresión cualquier producto descartable que conciba? Los recursos necesarios para la impresión, representarán ciertamente un estrés añadido sobre el frágil equilibrio ecológico de nuestro maltrechado mundo, y que sería ciertamente acelerado por el efecto de basura generado por toda una serie de productos impresos de forma indiscriminada. Y si no basta ver el efecto de basura digital creado por la copia y el almacenamiento infinitos? ¿Cuántas miles de fotos están muertas de olvido en nuestro ordenador? ¿Cuántas centenas de películas o de libros, legales o ilegales, estarán desperdiciadas por las unidades lógicas de discos? ¿Qué pasará cuando ya no sea basura digital, sino basura real fruto de procesos químicos ciertamente complejos de reciclar o de degradarse naturalmente?

Un gran conjunto de preguntas a responder a una nueva forma de concebir las fronteras del mundo digital del real, que puede representar una grande oportunidad, pero también un grande riesgo para una sociedad dispersa y dada a perderse en el consumismo.

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