viernes, abril 19, 2024
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Yo sí creo en las cuotas

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Se conmemoraba la pasada semana el Día Internacional de la Mujer, y como el patio anda muy revuelto en toda su dimensión de “patio”, esta fecha, también ha saltado a la actualidad con polémica. Desde el concejal ponferradino, que volvió abrir esa caja de pandora que algunos hombres prefieren mantener cerrada a cal y canto, del acoso sexual, y que ha traído un buen quebradero de cabeza al PSOE, hasta las declaraciones de la Señora Cospedal sobre el tema de las cuotas. Vamos una celebración la de este año 2013 para ir olvidándola cuanto antes.

Del primer asunto, no creo que haga falta comentar mucho. Los hechos se desacreditan por si solos, con esa utilización partidista, para mayor gloria, en este caso de un alcalde, y de su formación política -aunque no les ha salido todo lo bien que querían- , de un tema como el caso Nevenka, del que tenemos tan triste recuerdo. Un acoso sexual a una mujer que se saldó con una multa y con un bajísimo precio político, ya que el acosador, del que no voy a mencionar ni siquiera el nombre, volvió a sus menesteres políticos, refrendado por algunos ciudadanos, que con su voto le dieron la suficiente representación no solo para que el tuviera responsabilidades en un ayuntamiento, sino para que otros cinco le acompañaran en ello. El aprovechamiento que pretendió hacer el PSOE, me lleva a pensar, que están muy lejos de la ética y muy cerca del maquiavelismo donde el fin justifica los medios, caiga quien caiga, sufra quien sufra y pese a quien le pese.

En cuanto al tema de las declaraciones de María Dolores de Cospedal, sí que voy a permitirme matizar y dejar claro algunos asuntos, con algunas e importantes puntualizaciones, porque yo sí creo en las cuotas, tal y como las ha planteado la Comisaria Reding en el Parlamento Europeo, y que desde luego suponen, mediante la valoración del talento en los puestos directivos y consejos de administración una vía de acceso de la mujer a ámbitos, que la realidad nos demuestra, día a día, que siguen tácitamente vetados.

Me decía un amigo, hace unos días en la sobremesa de una cena, que las mujeres hemos llegado hasta aquí porque no les ha quedado más remedio a los hombres, que representamos un colectivo muy numeroso dentro de la fuerza del trabajo de los distintos países, y además tenemos, sobre todo en países avanzados, unos altos niveles de formación,  pero que hasta aquí habíamos llegado, que eso de tocar poder de una manera generalizada, y a los mismos niveles que un hombre, deberíamos ir pensando que es una utopía propia de soñadoras, que ya hemos tocado techo, y que a partir de este momento, los avances se habían acabado. Añadía además, a tenor de las declaraciones de Cospedal, que seríamos las propias mujeres las que frenaríamos el tema de las cuotas, pues nuestro propio orgullo era el que iba a impedir la puesta en marcha de esa directiva europea.

Esta conversación me ha hecho meditar mucho estos días, porque mi amigo ocupa una posición bastante relevante dentro de una gran multinacional aquí en España, y creo que refleja el sentir de muchos hombres. Él habla por ellos, pero me temo que también por nosotras, aunque creo que,  ni mi amigo, ni la Señora Cospedal  se han leído, ni por encima, la directiva europea sobre el tema de las cuotas, y eso me preocupa, pues puede que haya también muchas mujeres y hombres que tampoco hayan profundizado en este asunto, y se queden solo en la superficie de la palabra “cupo”.

Yo desde luego, si creo en las cuotas, en las de talento, que es a las que hace alusión la directiva europea, y entiendo que tanto en los Consejos de Administración como en la dirección de las empresas debe primar el talento como primera obligación, pero además del talento que  debe estar muy presente en cualquier empresa que quiera crecer, otro factor de gran relevancia que es la diversidad. Está claro que, en los equipos empresariales donde se combinan el talento y la diversidad, generan mucha más riqueza y la innovación, que en definitiva, no es ni más ni menos que la generación de nuevas ideas con proyección viable, está más patente.

Actualmente, y eso no pienso que nadie pueda refutármelo, hay un “sospechoso” desequilibrio en los elementos humanos que componen la dirección de las empresas, donde las mujeres tienen una escasísima o simbólica representación, y la directiva que está sacando adelante Viviane Reding, lo que pretende es romper ese desequilibrio por medio de la aportación de talento y diversidad en las organizaciones empresariales, y esto, indefectiblemente y desde luego de una manera transitoria, hasta que las fuerzas se igualen, pasa por un tema de cuotas, que obviamente a nadie le gusta, pero a las que nos hemos visto abocadas, ya que como estamos contemplando, por el método de las buenas palabras no se llega, fundamentalmente, porque el punto de partida es muy distinto para los hombres y las mujeres.

La igualdad de oportunidades no existe en este ámbito porque no se materializa, a pesar de que en el mundo occidental estamos,  ante la generación de mujeres mejor preparadas de la historia. El ninguneo sigue patente, y de poco vale, la multitud de actos reivindicativos sobre esta materia u otra de igualdad, que se suceden día en todos los ámbitos, cuando seguimos asistiendo perplejas, por ejemplo en el tema de los salarios, a una falta de equiparación, que os recuerdo, está constatada por las estadísticas, que nos dicen que las mujeres seguimos recibiendo un salario un 17% menor que los hombres en trabajos de la misma índole.

No creo ni por asomo, que hablar de cuotas sea una actitud machista, el derecho al voto de la mujer se hizo por ley, legislando, obligando, porque en ese momento era necesario llegar a esos extremos, y ahora como las cosas han cambiado, gracias a una cuestión de obligatoriedad en su momento,  a nadie se le pasa por la cabeza pensar que una mujer no tiene derecho a ejercer su voluntad de elegir a sus representantes mediante las urnas.

Por eso las palabras de María Dolores de Cospedal, mas teniendo en cuenta que tengo una elevada consideración por su persona como mujer y como política, me han resultado incomprensibles, incoherentes, lejos de la propia realidad que ella proyecta. La palabra machismo que pronunció asociada al tema de las cuotas es una grave equivocación ,que debería rectificar o por lo menos matizar, porque la igualdad de la mujer no debe ser un tema que se vista de color político, dependiendo de unas u otras ocasiones, la igualdad está fuera del juego de partidos, y sobre la que debería haber un amplísimo consenso, ya que el compromiso de cualquier formación política debe ser la representación de todas y todos, y no un maquillaje democrático que se usa cuando conviene y por quien conviene.

Hemos recorrido todos los caminos, incluido el doméstico, ese por el que el hombre aún no se atreve a transitar, porque es el más duro, el más incómodo, el más sacrificado, y el que, aunque parezca extraño, es que el que nos ha dado la fuerza para afrontar otros retos y saltar esos muros que siguen fabricando los hombres para impedirnos el acceso igualitario al poder en todos sus aspectos, por eso se positivamente que mi amigo se equivoca, que Cospedal se equivoca, que el PSOE también se equivoca. En el caso de mi amigo, la conversación queda circunscrita a una mera sobremesa, y aunque “escuece” no tendrá mayores consecuencias,  pero en el de las manifestaciones de la Señora Cospedal, precisamente en el Día Internacional de la mujer,  estoy segura, que pagará un alto precio político. Excuso deciros, cuan alto va a ser el coste para el PSOE con lo de la Alcaldía de Ponferrada.

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Marta Pastor

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