jueves, abril 18, 2024
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Francisco

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El sucesor de Pedro es un argentino, descendiente de italianos, un jesuita y un hombre vinculado con la realidad social de su entorno. Es conocido en la diócesis de Buenos Aires por no ocupar una residencia oficial sino un apartamento sencillo. Francisco, además, evoca con el nombre elegido para su pontificado la figura de San Francisco, un hombre de Dios al lado de los pobres.

Esa humildad puede resultar elocuente para entender los problemas de la iglesia que necesita, con urgencia y profundidad

Por el contrario, sectores de la sociedad argentina le reprochan connivencia con la dictadura. Es posible que en la época de los generales golpistas hubiera una relación formal entre las instituciones del gobierno militar y la iglesia católica, como es posible que hubiera sectores del catolicismo que encontraran justificación para sus tropelías, pero Perez Esquivel ha sido tajante en cuanto a la responsabilidad del papa, al que ha eximido por completo.

De mantener una relación formal a establecer vínculos de responsabilidad directa entre ambas instituciones y en particular, de este prelado con Videla, por una fotografía en la que le da la comunión, es un acto de sectarismo y una exageración que ofende incluso a quienes no comparten las creencias de esta fe. Manipular la realidad es tan nefasto como ocultarla, utilizarla en interés propio o torcerla para acomodarla a la conveniencia personal, es imperdonable. Y este es el caso.

El nuevo pontificado promete nuevas expectativas a través de tres gestos: elegir un papa cercano a la problemática real de los feligreses, presentarse con sencillez y sin oropeles antes el pueblo de Dios congregado en el vaticano y pedir a este como primera voluntad una oración por su labor. Eso es humildad y cercanía, dos virtudes escasas en el mundo de las grandes figuras. Y esa humildad puede resultar elocuente para entender los problemas de la iglesia que necesita, con urgencia y profundidad, una seria reflexión sobre sus problemas que sirva para acercarla a sus fieles.

Un papa que habla español es, asimismo, una buena noticia para la comunidad hispanohablante. Y su pertenencia a la Compañía de Jesús es un rasgo de personalidad que lo hacen diferente de los papables favoritos que estaban vinculados a movimientos de carácter conservador con extendidos intereses en las estructura s de la Iglesia. El papa que sonríe y habla español, bienvenido sea.

Editorial Estrella

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