Oigo en la radio que este martes Ana Botella y Esperanza Aguirre coincidían en no sé qué acto y que el único tema de conversación fue el «escándalo de Ponferrada». ¿Eso era para ellas lo más importante o lo más grave de cuanto sucedía en España? Pues prefiero no creérmelo, porque de ser cierto sería un retrato de lo que de verdad está sucediendo en el seno del Gobierno de Rajoy y de su partido, intento de ceguera absoluta respecto de lo que les pasa y de cristal de mil aumentos para lo que les pasa a los demás. Lo de Ponferrada es una vergüenza, quién lo duda, pero es una broma mínima si se compara con lo de ellos, y por eso es por lo que prefiero no creerme lo que escuché en la radio, y lo hago en un acto de respeto a esas dos mujeres, que ni son tontas ni son malvadas. Las secuelas de lo de Ponferrada coincidían con el espectáculo de la glorificación a Dolores de Cospedal, y eso me lo tengo que creer porque ha sido público y notorio, delante de las cámaras y de todo el mundo. Sigan, sigan por ahí, Rajoy y compañía, y procuren incluso creerse lo que hacen. Lo necesitan mucho.
Las responsabilidades políticas y éticas ya están de sobra encima de la mesa, aunque las judiciales se demorasen
Cospedal ha sido en estas semanas la personificación de los horrores que atormentan al partido gobernante y de la actitud negacionista del PP frente a lo que el resto de los españoles ve con absoluta claridad, sin necesidad incluso de esa avalancha de encuestas que lo acreditan. Ahora ya son dos jueces, no solo uno, los que persiguen a los culpables del caso Bárcenas, que, ligado al Gürtel, constituyen el mayor escándalo de corrupción de la historia de la democracia, pero con una diferencia abismal sobre el segundo. Ahora no hay juez Garzón que fulminar en Gürtel ni errores formales que volatilicen el caso Naseiro. Ahora es el tiempo de la verdad. Las responsabilidades políticas y éticas ya están de sobra encima de la mesa, aunque las judiciales se demorasen como las del juzgado de Nules, tema, por cierto, que sigue esperando una explicación. Ah!, y reitero que lo de Ponferrada es una vergüenza… para los dos partidos que se han apoyado en un acosador, el PSOE unas horas y el PP dos años.
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Pedro Calvo Hernando