Con gesto serio, casi solemne, con voz contundente y con palabras más que medidas, ayer el Presidente del Gobierno defendió su honradez personal, como presidente del PP y como jefe del Ejecutivo. «Nunca», dijo, había recibido en negro. Defendió su honradez personal sin el menor atisbo de impostura. ¿Por qué no creerle? Dijo el Presidente algo tan interesante como obvio y es que nadie puede ser acusado sin pruebas, que no basta la sospecha de la sospecha y que en cualquier caso él no tiene miedo a la verdad.
No hay dirigente que pueda tener la certeza absoluta de que todos tengan sus bolsillos de cristal
Es evidente que dijera lo que dijera respecto a su persona, muchos, muchísimos, lo iban a considerar insuficiente o directamente no merecedor, siquiera, de la presunción de inocencia. Estos conviven con muchos, muchísimos ciudadanos, incluso muchos que militan en partidos de la oposición que tienen la convicción íntima de la honradez personal del Presidente del Gobierno.
Confieso que yo la tengo. Creo que es un hombre honrado, como, afortunadamente, lo han sido todos los presidentes que hemos tenido, al menos mientras no se demuestre lo contrario.
Rajoy hizo más que defender su integridad personal. Confesó no saber quién filtra los documentos que vamos conociendo ni qué pretenden quienes lo hacen pero les advirtió que no iban a ganar nada. No se refería Mariano Rajoy a los medios de comunicación, ni a la oposición, sino a quienes desde dentro o desde los aledaños del partido han entrado en fase de locuacidad después de años de silencio. Bien sabe Rajoy que no hay verdad más cierta que esa frase ya muy manida de «al suelo que vienen los nuestros».
Al igual que Cospedal, Rajoy asumió el riesgo de defender la honorabilidad de «todos» los que integran el Partido. Y es un riesgo porque no hay dirigente en el mundo que pueda tener la certeza absoluta de que «todos», desde los inicios del PP, tengan sus bolsillos de cristal. Bárcenas es un buen ejemplo de que toda prudencia es poca cuando de responder de la honradez ajena se trata.
La democracia es un régimen de opinión pública
De la misma manera que creo que Rajoy estuvo convincente a la hora de defender su honradez personal, que ha sido puesta en la picota de manera injusta, creo que debería haber ido un poco más allá a la hora de abordar la situación general del Partido Popular. Creo no equivocarme si digo que sus propios militantes esperaban «algo más» porque el PP no tiene un problema sólo con los papeles que vamos conociendo, tiene un problema de opinión pública que ayer, con el discurso de Rajoy, no obtuvo respuesta.
En los próximos días conoceremos las declaraciones de Hacienda de Rajoy, se irán concretando acciones judiciales pero queda pendiente la tarea de opinión pública porque la democracia es eso, un régimen de opinión pública. Los «populares» no lo tienen fácil y Rajoy lo sabe pero con su decisión de no desfallecer ha hecho un servicio al país. ¿Se imaginan un adelanto electoral? Sólo Cayo Lara las pide para acabar de machacar al PSOE.
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Charo Zarzalejos