viernes, marzo 29, 2024
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Golfos y tontos

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Dice Óscar López que Carlos Mulas es un golfo. «Hemos descubierto un golfo que nos estaba engañando y los golfos salen inmediatamente de este partido»…, ha dicho, solemne, recordando que el susodicho fue fulminantemente destituido de la Fundación Ideas tras descubrirse lo bien que pagaba a Amy Martin, sin duda, la periodista fantasma mejor pagada de la década -0,16 euros por palabra – y que resultó ser su mujer.

Hemos sabido que la pareja en cuestión «pillaba» de todos lados, porque le tenía cierta afición al dinero público y, como en los peores culebrones, a medida que tiramos de la madeja, nos escandaliza más saber lo fácil que medran algunos al abrigo del poder. Eso sí, como una vez que los pillan empiezan a ser incómodos, resulta que caen con la misma facilidad que subieron y pasan de ser respetados a pisoteados en un plis plas.

El dinero que manejan no es de nadie y muchos lo utilizan para sus cositas

Al tal Carlos Mulas lo conozco de referencias, porque Jesús Caldera me hablaba maravillas poniendo en valor su currículum de infarto y lo bien que se relacionaba en todo el mundo mundial. Será que la condición humana es así, pero a mi todavía me sorprende que personas suficientemente preparadas, con un buen trabajo y un sueldo digno sean capaces de rozar lo indigno cuando no meterse en el lodazal por el maldito parné. Y reconozco que lo de Mulas ha sido una de esas sorpresas.

Cuando la famosa ministra respondió en sede parlamentaria que «el dinero público no era de nadie» todos pensamos que era una reflexión propia de un convencimiento personal que sirvió para que la despellejáramos, con toda razón. El problema es que a medida que se descubren nuevos casos de corrupción vamos a tener que concluir que, evidentemente, para los responsables públicos de este país y sus aledaños el dinero que manejan no es de nadie y claro, muchos lo utilizan para sus cositas.

Pretenden hacernos creer que él no sabe que es a ella a quien paga

El problema ya no es que roben, que lo hacen a manos llenas, sino que cuando se descubre el pastel pretendan tomarnos por tontos. Y eso es lo que ha querido hacer esa pareja tan joven, guapa y moderna, tan pijo-progres que presumen de haber dirigido el el Instituto Cervantes de Estocolmo, de haber hecho incursiones en el mundo cinematográfico con la pasta de todos nosotros y por supuesto de haber hablado con los líderes políticos más relumbrantes del momento. Ellos que son tan guapos, jóvenes y listos pretenden hacernos creer que él no sabe que es a ella a quien paga, y ella no le dice lo que cobra por sus deslumbrantes artículos a la fundación que él dirige. Vamos, que como somos todos una pandilla de gili… nos vamos a tragar que su negociete era algo ajeno a ambos y que, en definitiva, y sólo a efectos del dinero, actuaban como dos desconocidos.

Resulta que las ideas de la Fundación Ideas eran las más viejas de la humanidad, que unos aprovechados han sacado tajada y ahora lo meritorio es que Carlos Mulas alias «el golfo» ha sido destituido. Tras destaparse el caso «Amy», el de la articulista fantasma que cobraba a tres mil la pieza -más que un premio Nobel de literatura-, el PSOE ha entendido que se ha producido una quiebra total de confianza en Mulas y le ha expulsado. ¡Faltaría más! Pero la noticia no es que le haya expulsado ahora, sino que antes nadie se hubiera dado cuenta del fraude hasta que lo ha destapado un periódico. Eso es lo grave, pero como a los ciudadanos nos toman por tontos también no quieren dar explicaciones absurdas por si cuela y lo malo es que cuela, incluso algunos compran ese producto averiado. País, ¡que país!

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Esther Esteban

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