jueves, abril 18, 2024
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Sólo se trata de que los partidos cumplan la ley

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Si es que ya da igual si tiene o no razón Durán en el «caso Pallerols» -que uno cree que no porque la sentencia constata que hubo «aportaciones directas al partido»-, lo mismo que da igual lo que diga Griñán sobre los ERES, Rajoy sobre los sobres o Rubalcaba sobre la sabia Amy. Da igual porque la percepción que tenemos todos los ciudadanos, salvo los que asumen gustosos el papel de ser más papistas que el Papa, es que la estructura fundamental del sistema, los cimientos sobre el que se levanta todo el entramado democrático, sufre aluminosis, mal de la piedra, una degradación ya insostenible que hace tambalear todo el edificio. Hablo, para variar, de los partidos que desde hace años se han instalado en una deriva hacia lo que nunca hubieran debidos ser: mastodónticas empresas que abarcan sociedades filiales tales como fundaciones, agencias de colocación, despachos de intermediación malamente camuflados, organizaciones receptoras de dádivas y, si me apuran, instituciones financieras con ánimo de lucro. Y todo en nombre del pueblo y bajo el amplio y cómodo paraguas de una mal entendida representación de todos, lo cual, han creído, que les proporcionaba el salvoconducto ético para toda clase de abusos y tropelías. Y hablo de los partidos, especialmente de los dos grandes partidos que cada vez, lógicamente, lo son menos porque el personal empieza a decir que ya está bien y las encuestas muestran una huida de intención de voto que debería ser preocupante.

Las encuestas muestran una huida de intención de voto que debería ser preocupante

No sirve que el PP se demarque -ahora- de Bárcenas lo mismo que no sirve que Durán niegue la evidencia. No sirve cesar a quien dio cobijo a Amy y llamarle golfo porque el problema no es Bárcenas, ni Amy ni quien llevara a Unió a la vergüenza, ni el 3% aquel del tripartito catalán del que nunca más se supo, ni el responsable de los ERES falsos de Andalucía etcétera. Etcétera. El problema es el poder prácticamente total en el que se mueven todos nombrando a jueces, fiscales generales a las órdenes, presidente del Banco de España, mandando en entidades financieras como las cajas de ahorro, creando empresas públicas, firmando y sellando todo lo necesario para que nada quede fuera de su control. Y si de vez en cuando alguien descubre algo sobre algo, se busca al chivo, se le arrincona -o no- y si no sabe demasiado, se le abandona en manos de los titulares.

Ahora todo el clamor se eleva hacia la necesidad de una verdadera Ley de Partidos que ponga coto a este tobogán desenfrenado de desmanes y corrupciones. No habrá tal Ley por la misma razón que llevamos desde la instauración de la democracia pagando entre todos-y a qué precio- un Senado inútil. No habrá Ley de Partidos verdaderamente seria porque son precisamente los partidos los únicos que pueden hacerla y está claro que los dos grandes, a fecha de hoy al menos, no tienen el más mínimo interés.

Lo verdaderamente terrible es la necesidad misma de una ley exclusiva que frene los abusos

Pero es que lo verdaderamente terrible es la necesidad misma de una ley exclusiva que frene los abusos. Si ya todo está escrito. Si lo que sobran son leyes, códigos de buenas prácticas, circulares internas, declaraciones solemnes. ¿Cómo puede hacer falta una Ley específica para obligar a nada menos que un partido político a que sea honrado? ¿Tan bajo han caído? La única ley de partidos posible debería tener un sólo y escueto artículo: «Los partidos políticos también están obligados a cumplir las leyes». Y ahí se debería acabar la historia, pero se ve que no.

Y mientras, los cimientos se siguen deteriorando, la degradación alcanza límites insospechados y sólo nos queda la certeza de que la democracia, pese a todo, siempre será más fuerte que los que la enfangan en su nombre.

Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

Andrés Aberasturi

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