viernes, marzo 29, 2024
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Blanco y negro

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Se quejan en el Gobierno de la imagen distorsionada que se está dando de España en otros países y afirman lo obvio: nuestro país no es el que reflejan las fotos publicadas por el New York Times, ni las imágenes de caos y violencia de la manifestación en torno al Congreso y que han servido para abrir los informativos televisivos de medio mundo.

Tienen razón, esa es una parte de la realidad, pero no toda la realidad, lo que sucede es que desgraciadamente lo que es noticia es lo que se sale de lo común, de manera que ahora mismo periódicos y televisiones de todo el mundo lo que muestran es una España desesperada.

Todo esto me ha hecho recordar un viaje, hace una friolera de años, creo que 1985 ó 86, cuando visitando Yalta acompañada por la «guía» oficial, esta me preguntaba orgullosa por la impresión que me estaba causando mi periplo por la Unión Soviética. Recuerdo que le dije que me parecía triste y que yo había esperado que los «logros» de la Revolución hubieran sido otros, porque además de falta de alegría no veía tampoco que la gente viviera estupendamente. Todo esto claro, dicho diplomáticamente. Ella se indignó y me respondió que cómo podía decir que los soviéticos no vivían bien teniendo en cuenta como vivíamos en Occidente. Me quedé de piedra y le pregunté si ella había viajado por el resto de Europa. Me dijo que no, que nunca había salido de su país pero que había visto por televisión reportajes sobre Nueva York donde la gente vivía en la calle durmiendo sobre cartones. Reportajes similares había visto de otras capitales europeas.

Explicarle que eso era verdad, pero no toda la verdad, resultó un ejercicio inútil. Sí, claro que en Nueva York hay gente que lo pasa mal, lo mismo que en Madrid, Londres o Paris, pero esa, insistí, no es toda la realidad, sino que en Europa lo mismo que en Estados Unidos mayoritariamente la gente vivía aceptablemente bien, desde luego mucho mejor que lo que yo estaba viendo en mi periplo soviético. Pero ella tenía en la retina las imágenes que había visto en la tele y nada de lo que yo le dijera le podía convencer de lo contrario. En realidad, la propaganda del régimen era muy eficaz: aquí tenemos problemas pero nadie duerme en la calle, mientras que en Occidente la gente malvive en la pobreza.

Pienso que la verdad no es una sola sino que puede ser múltiple y llena de matices. Es cierto que hay una parte de nuestra realidad, la cara más oscura de la crisis que padecemos y es lo que reflejan las fotos del New York Times. Porque lo quiera o no admitirlo el Gobierno en estos momentos miles de familias rozan el umbral de la pobreza y otras ya han traspasado ese umbral. Por otra parte, las imágenes de las manifestaciones en torno al Congreso trasladan la impresión de que España está sumida en el caos. Precisamente, respecto a la actuación de la policía el 25-S, también hay una fuerte controversia.

Es evidente que el Gobierno tiene la obligación de no permitir que ningún grupo de manifestantes rodee el Congreso y mucho menos que se les permita entrar. También es evidente que entre los manifestantes del 25-S había de todo, desde gente de buena fe que lo único que pretendía era mostrar su malestar por las consecuencias de la crisis que padecemos, a grupos violentos de toda ideología y pelaje, amén de gente. Es igualmente cierto que parte de los manifestantes intentaron saltar las vallas de contención y que empezaron a agredir a la policía. Como es cierto que llevaban piedras, pilas y demás utensilios para esas agresiones. Pero también es cierto que la actuación de la policía en la estación de Atocha es cuanto menos discutible.

 Pero hay quienes pretenden que las cosas son blancas o negras. Están los que aseguran que la policía tuvo una actuación impecable sin ningún error, o los que cuestionan de «pe a pa» esa actuación olvidándose de que la policía tenía la obligación de defender el Congreso. Yo creo que las dos cosas son ciertas, que hubo manifestantes violentos con intención de asaltar el Congreso, y que en el fragor de la situación puede que la policía actuara de manera desproprocionada en la estación de Atocha.

 Eso sí, lo que a mí me resulta inquietante es el desafecto cada vez mayor hacia la política y los políticos que es lo que mayoritariamente se traslucía en esa manifestación donde algunas de las consignas eran claramente antidemocráticas. Por eso se equivocan quienes tratan de quitar leña al fuego diciendo que como era una manifestación de 6.000 no tiene importancia, como se equivocan quienes dan alas a los que de alguna manera estaban cuestionando la base del sistema que es el Parlamento. Ya digo, ni todo blanco, ni todo negro.

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Julia Navarro

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