Vuelven sin la elegancia del erizo y olvidando que esta Roma sí paga traidores. Mayor Oreja y Esperanza Aguirre atacan a la yugular del presidente demostrando que la unidad sólo era una ilusión óptica. “Lealtad”, pedía Margallo a sus compañeros de partido en la reunión del Comité Ejecutivo Nacional, porque los de siempre habían hablado: el ‘caso Bolinaga’ abría la brecha para que los antimarianistas volvieran al ataque.
Mal les salió a Aguirre y Mayor Oreja la crisis interna que propiciaron en 2008 tras la salida de San Gil del partido. Una crisis comandada por el exministro de Interior con la intención de conseguir la dimisión de Rajoy. Cuatro años más tarde, ambos repiten estrategia. Mayor Oreja y Esperanza Aguirre cuestionan al presidente bajo la excusa del ‘caso Bolinaga’. Y con esa apertura de paréntesis engloban al siguiente responsable; Jorge Fernández Díaz.
En política no se estila una de las máximas del periodismo; ‘Perro no come perro’, pero sí existe otro pacto no escrito; el antecesor no criticará las decisiones del sucesor. Mayor Oreja no se entera, o no se calla, y reprocha a Fernández Díaz una excarcelación de Bolinaga sujeta al triunfo de Bildu en las elecciones vascas evidenciando que cuando él fue ministro de Interior la excarcelación de los presos de ETA pasaba por la ilegalización de Batasuna. Eran otros tiempos, sin duda, entonces nadie deslegitimaba la decisión del presidente. Pero ahora se sublevan evitando mirar atrás:
27 de marzo de 2012: Comité regional del PP de Madrid. Rajoy y Gallardón aparecían públicamente apoyando la revalidación de Esperanza Aguirre al frente del PP regional. Sobraba la pipa de la paz para sobrentender el borrón y cuenta nueva. Los enemigos cerraban filas frente a la presidenta.
16 de mayo de 2012: La fiscalía Anticorrupción asegura que no investigará quién es el propietario último del piso que mantiene alquilado el número dos de Esperanza Aguirre, Ignacio González, en Guadalmina.
2 de junio de 2012: Cesado el Jefe de la Policía Judicial por investigar un indicio de blanqueo de capitales en la compra de dicho piso.
La “impermeabilidad” de Ignacio González tiene firma y sello del Gobierno nacional, pero los antimarianistas vuelven al ataque y con forma de suicido. Ni amigos, ni favores. Una vez más Rajoy demuestra el ruinoso provecho de llevarse bien con Esperanza Aguirre.
Editorial Estrella