jueves, abril 18, 2024
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Su miembro en mi boca

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Un día cualquiera te apetece escabullirte de todo y huyes de la rutina. Te apetece desconectar y quieres desaparecer del mapa por unas horas, por unos minutos, por unos instantes…

Tu chico y tú, no hay nadie más. No existe destino ni origen, solo una pasión contenida a punto de liberarse. Cogéis el coche pero esta vez el destino no es el habitual. El calor y el sofoco llegan hasta el punto más recóndito del coche.

Él conduce serio y te mira. Tú deseando comerle a besos le devuelves la mirada, le coges de la pierna y le agarras fuerte. Le agarras y sientes un placer como si tu mano y su muslo se fundieran en uno solo. Por unos segundos aprietas hasta casi estrangularle el muslo…

Él sabe la tensión que hay y se muerde los labios, el destino se acerca y lo sabe. Por unos instantes parece que la tensión se desvanece. El coche va apagando toda la pasión que se encendió minutos atrás. Él no aguanta la situación y toma el primer desvío.

El destino ha resultado ser un pequeño estanque. Un paraje precioso iluminado únicamente por la luz de la luna. Un lugar vacío donde no existe el tiempo ni el espacio.

El coche se detiene por completo y nos miramos. Ahora es él quien me agarra la pierna. “Hazlo más fuerte” pienso. Él, como si estuviéramos, conectados lo hace. Se acerca y me besa, una y otra vez, no para. Empieza a subir la temperatura del coche de nuevo y yo me lanzo a por él.

Besos y más besos. Su primer botón de desabrocha por la tensión y aprovecho para seguir con el juego. Primero un botón y luego otro, y otro… Voy bajando despacio, muy despacio. Sus pechos, sus abdominales, su zona prohibida.

La situación era ardiente. Él echó la cabeza hacia atrás, volvió a morderse los labios como si supiera lo que iba a venir después. Yo con un destino tan claro y fácil accedí. No tardé en quitarle el pantalón, no podía esperar más. La ropa interior me resultó coqueta y comencé a darle pequeños mordiscos sin quitarla. Yo notaba como él sufría y deseaba más y más que mis labios rozaran su miembro, pero cuanto más sufría él, más me excitaba yo.

Bajé mi mano izquierda suavemente por mis pechos hasta llegar a mi sexo. Húmedo, encharcado, no hay descripción posible. Mientras con la otra mano quité su ropa interior. Él bajó la cabeza y me miró con deseo. Mis labios y mi lengua empapados jugaban ahora con su parte más dura. Tímidos rozaban la punta de un miembro, que excitado, no paraba de palpitar. Parecía que tenía un corazón en su interior.

Ahora toda mi cabeza se movía al unísono, arriba y abajo. Él se retorcía de placer y volvía a mirar al techo del coche. Él estaba en otro mundo, desconectado, vibrando… Yo me ayudaba de mi mano derecha mientras la otra seguía en mi vagina. Casi más húmeda que antes, yo me movía al ritmo de mi cabeza.

Pronto noté que se acercaba el final. Sus dos manos se apoyaron sobre mi cabeza y me empujaron hacia abajo. Yo no tenía escapatoria, me tenia atrapada entre su miembro y sus brazos. Su cintura subía y subía y mi boca estaba llena. Todo su miembro metido dentro. Un último empujón y dejó de hacer fuerza. Él, satisfecho, se relajó mientras jadeaba. Yo satisfecha por verle sabía que le había encantado. Habíamos conseguido desconectar. Desconectar de todo menos de nosotros. Habíamos estado más unidos que nunca.

El Rincón Oscuro

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