viernes, marzo 29, 2024
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Las víctimas del terrorismo

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Veinticinco años después, la bomba de Hipercor retumba en nuestra memoria con la misma fuerza con la que mató a veintiuna personas y dejó heridas a cuarenta y cinco. Veinticinco años después, ha habido un acto de homenaje a las víctimas, de repulsa del terrorismo y de unidad democrática.

El terrorismo ha marcado nuestra historia reciente de forma indeleble. Y lo ha hecho no sólo para condicionar la política general del país sino, lo que es peor, para evidenciar los resquicios por los que las convicciones de unidad y fortaleza democrática se han dejado escapar constantemente.

A pesar de lo que ahora se proclame, el terrorismo ha sido un utensilio electoral no sólo de los asesinos y sus secuaces abertzales y de los oportunistas del nacionalismo “moderado”; ha sido también un juego político en el que las víctimas representaban papeles distintos según la ocasión y el punto de vista, y ninguno el que verdaderamente les correspondía que no debía haber sido otro que el de representar un símbolo vital de la conciencia ciudadana de los españoles.

La ciudadanía es también la voluntad de los hombres y mujeres de un país por defender la integridad y la dignidad de otras personas tanto como las suyas propias. Y en España, durante muchos años, las víctimas del terrorismo han sido incómodas para pasar a ser, después, aprovechables, pero nunca lo que realmente les correspondía: ser los héroes supervivientes, el baluarte de la defensa de la democracia, la sangre derramada por una violencia criminal contra todos los españoles.

No nos engañemos: nadie ha defendido en toda su dimensión el papel que a ellas les corresponde en el asentamiento de nuestro sistema institucional, más allá de recordatorios y homenajes decorativos. Por eso los partidos políticos deberían esforzarse en reparar primero los daños realizados y opinar después sobre los daños que ya se están preparando.

Ahora, cuando toca hablar de la gestión de la paz veremos de verdad el papel que se les asigna y así sabremos el verdadero valor que les concedemos. Estos, aquellos, todos. Los unos y los otros.

Editorial Estrella

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