miércoles, abril 24, 2024
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Rajoy no es Nadal

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Cuando todo va mal siempre nos queda Nadal. La victoria del tenista frente a Djokovic le ha convertido en el número uno de la tierra batida y es, sin duda, el mejor deportista español de todos los tiempos. Pero no se trata solo de que haga bien su trabajo, que lo hace, sino de su calidad como ser humano y su talante de hombre maduro y equilibrado a pesar de su juventud, esos 26 años la mayoría de los cuales ha estado subido al podio de la victoria. Nadal tiene además un efecto placebo para sociedad española que, últimamente, tiene pocos motivos de alegría y necesita estímulos para ver el final de un túnel oscuro del que se tarda demasiado en encontrar la salida.

Estos días, en cualquier tertulia de amigos que se precie, hay tres temas recurrentes: el rescate, la roja y por supuesto Nadal. El primero tiene demasiados claroscuros como para provocar unanimidades,  pero los otros dos levantan pasiones en un único sentido: todos estamos con ellos y hacen aflorar un sentimiento nacional de orgullo  y paisanaje revitalizador en los tiempos que corren.

«Aguanta, somos la cuarta potencia de Europa, España no es Uganda» decía el sms que Rajoy le envió a de Guindos en los momentos decisivos del fin de semana, donde nos lo jugábamos todo y la solución, aunque los mercados hayan sido implacables, ha sido la menos mala. Está claro que tener que acudir a un rescate del sistema bancario es una mala noticia, pero mucho peor hubiera sido una intervención similar a la realizada en otros países de la eurozona como Irlanda, Grecia o Portugal. De entrada la cuantía que recibirá España no es equiparable en relación al PIB a la de los otros países y tampoco lo son las duras condiciones que se les impusieron a ellos.

España no es Uganda, pero tampoco es Grecia, ni Irlanda, ni Portugal, porque aquí no habrá cesión de soberanía. Las reformas exigidas se van a circunscribir al sector financiero y aunque, lógicamente, tendrán que asumir sus deudas como hace todo el que pide una línea de crédito, hubiera sido muchísimo peor que «los hombres de negro» hubieran supervisado nuestra economía -y por lo tanto nuestra  política- en toda su amplitud.

Rajoy ha jugado bien sus bazas, que desde luego eran muy limitadas, y aunque no hay motivos para la satisfacción y mucho menos para el triunfalismo, la forma en que se ha llevado el asunto nos dará un pequeño respiro a corto plazo. España no es Uganda, ni Rajoy es Nadal, ni tiene sus éxitos ni ese efecto placebo entre los españoles, pero dentro de lo que cabe y aunque seguramente tendrá que dar otra vuelta de tuerca a los recortes vía IVA, si salimos de esta lo haremos mucho mas fuertes, con un sistema financiero más seguro y con mejores perspectivas en términos de país. ¡Ojalá que todos estos sacrificios tengan al final su justa recompensa!

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Esther Esteban

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