jueves, abril 25, 2024
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La silla de Rubalcaba

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La silla de responsabilidad en la que está sentado Rubalcaba se ha convertido ya en una mecedora. Se veía venir tras el Congreso socialista de Sevilla de hace unos meses. Las heridas zapateristas no se habían cerrado y, tras echar cuentas, estaba claro que RbCb no iba a ser el líder que necesitaba el PSOE.

Rubalcaba está demasiado marcado por su historia y ese es un lastre muy importante para un partido acostumbrado a mandar y que ahora tenía que llevar a cabo una labor de oposición tras un gran fracaso electoral.

El resultado ya lo tenemos aquí. Sus adversarios de partido empezaron a moverle la silla en cuanto terminó el 38 Congreso Federal y, a fuerza de agarrarse a ella, Rubalcaba la ha convertido en mecedora. Ya no se sabe si el líder socialista se balancea hacia delante o hacia atrás.

Su política de oposición es de desconcierto total. Lo mismo quiere hacer un pacto de Estado con el PP, cuando se balancea hacia delante, que radicaliza su discurso, cuando se balancea hacia atrás, y amenaza con judicializar la política española. No se aclara. Con la boca dice sí y con la cabeza dice no.

Le gustaría seguir los consejos de Felipe González y llegar a un acuerdo con Rajoy para sacar a España de este atolladero en el que se encuentra, en parte, por su culpa y lo manifiesta abiertamente. A continuación, se radicaliza (dicen que por presión de Carme Chacón) y anuncia que va a presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la Amnistía Fiscal (que no lo es), contra la elección del Presidente de RTVE (que es absolutamente legal) o contra la negativa del PP a que declare Carlos Dívar (cosa que se habría evitado si el propio Dívar se hubiese presentado voluntario).

Pero lo peor de esta desconcertante manera de hacer política es que el propio Alfredo P. se está viendo obligado a vivir situaciones de lo más extrañas, como fue la exhibición de tragaderas que tuvo que hacer en el caso Maru Menéndez, ante un Tomás Gómez crecido, o la vergüenza que tuvo que pasar ayer al ver al senador socialista, Iban García del Blanco, convertirse en un hooligan y llevar a cabo, en la propia Cámara Alta, un bochornoso espectáculo. Eso sin contar con las posturas contradictorias sobre Bankia. Un desastre.

Me da que, a este paso, Alfredo no será candidato socialista a Presidente del Gobierno en las próximas elecciones. Pero no siento la más mínima pena.

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La sonrisa de la avispa

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