viernes, abril 19, 2024
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Política y ciudadanía

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No voy a huir de ese análisis obligado después de cada cita electoral. Los periodistas sentimos la necesidad de buscar las causas de los éxitos, de los desastres o, simplemente, de los resultados de las urnas. Porque cada voto, cada recuento de millones de papeletas, finaliza con una reflexión que, si se hace adecuadamente, servirá de orientación para el futuro. Y al revés, los datos mal interpretados tendrán consecuencias negativas en el medio plazo.

De ahí que esta semana nos llevará de la mano por este terreno. El hecho de ganar en Andalucía pero con el riesgo, más que cierto, de no gobernar y, al contrario en Asturias, donde la derrota puede ir acompañada de un pacto que le permita al PP subirse al carro del ejecutivo, tiene necesariamente una interpretación. Los populares no pueden mirar para otro lado. Asturias se ha comportado, más o menos, como se esperaba. Los votantes han castigado levemente al recientemente creado Foro y han premiado mínimamente a los socialistas. Todo sin grandes sorpresas.

Otra cosa ha sido en la comunidad de mayor tamaño de España, en Andalucía. El PP lo tenía ganado. Todo parecía indicar, a la vista de las encuestas, de los denominados estudios de opinión, que Arenas y sus seguidores obtendrían la mayoría absoluta. Y no ha sido así. Han ganado pero eso no sirve de nada y en el PP lo saben de sobra. A no ser que haya un giro a lo extremeño, esta victoria no será motivo de celebración en Génova.

Un resultado para pensar y que no deberían echar en saco roto, los dirigentes del PP, porque exige detenerse y dejar un margen a la duda. También el PSOE debe hacer un ejercicio de observación. El mensaje, aunque sea cifrado, reparte datos a derecha e izquierda.

Pero más allá de lo particular resalta el porcentaje de ciudadanos que han ido a votar. De todos los que estaban citados a las urnas solo un escaso sesenta y dos por ciento han ejercido su derecho en Andalucía y un cincuenta y cinco en Asturias. Cada vez menos. En ambas comunidades se reduce el número de personas que acuden a depositar su voto. Y eso si que es preocupante. En el mejor de los casos casi el 40% de los andaluces y el 45% de los asturianos ni se han preocupado de manifestar su opinión. Los ausentes han sido mayoritarios. Si todos ellos votasen a un mismo grupo, aunque no fuera político, ese, hubiera ganado las elecciones en ambas comunidades. Y nuestros políticos mirando para otro lado. ¿De verdad prefieren mirar para otro lado?. La mayoría de los ciudadanos se desinteresa de sus propuestas. No los tienen en cuenta. Es verdad que es una situación cómoda, para qué preocuparse. Unos y otros se reparten los escaños como si hubieran votado el cien por cien y se acabó. El que no haya votado que se aguante. Pero no es así. La imagen es cada vez peor y menos fiable y en el futuro tendrá un alto precio. Ya lo verán. Luego se quejan de ese mensaje que llega de las encuestas cuando nos dicen que los ciudadanos ven a los políticos y sus comportamientos como el tercer problema de mayor preocupación.

El sentir de la mayoría  es un misterio en las dos comunidades. Que nadie se olvide de esto. En Andalucía donde viven casi ocho millones y medio de ciudadanos han votado menos de cuatro y en Asturias con una población superior al millón de habitantes se han manifestado menos de quinientos mil. Algo querrá decir. Algún día la abstención pedirá que los escaños se queden vacíos. Será un momento crítico, pero llegará.

Pedro Fernández Vicente-Estrella Digital


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Pedro Fernández

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