jueves, abril 18, 2024
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La marea azul y el bote salvavidas

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Dicen que Andalucía es la tierra de María Santísima, tan cierto como este dicho popular es que  va a seguir siendo un territorio de mayoría social izquierdista. La esperada marea azul salto por encima de las cordilleras béticas y alcanzó las calas más recoletas del Sur. Muchísima agua, pero insuficiente para hundir el bote salvavidas que le quedaba a los socialistas. Mucho ha llovido efectivamente desde que Javier Arenas cometió el error de fotografiarse vestidito de domingo mientras un limpia le abrillantaba los zapatos en una céntrica calle sevillana. Parecía un señorito de los que describía Machado en los poemas dedicados a la España que pasó y no fue. Perdió aquellas elecciones y algunas más, como si la célebre foto le hubiera traído mal fario. Arenas ha logrado graduarse en las urnas pero no podrá gobernar, al menos que Izquierda Unida vuelva a dar otra espantada.

Sigamos con el álbum fotográfico. Muchísima agua ha caído también desde que se tirara la instantánea de la merienda campestre en la que posaron Felipe González, Carmen Romero, Alfonso Guerra, Los Yáñez y Manuel Chaves, entre otros jovencísimos socialistas andaluces dispuestos entonces a sacar el PSOE de las catacumbas y devolverle al presente de la historia. Desde aquellos pinares luminosos de su Andalucía natal surgió una generación de dirigentes que se alzaron con el santo y la limosna. Andalucía siempre ha sido un feudo de la izquierda, fortificado a golpes de Marinaledas, Trebujenas, aceituneros altivos y jornaleros combativos. Para que no faltara de nada, tuvo incluso su Córdoba califal y comunista. Y en este marco tan peculiar el PSOE se ha ido sucediendo así mismo bajo la sombra de la bandera blanca y verde: Rafael Escuredo, Pepote de la Borbolla, Manuel Chaves y Griñán. Más de treinta años de gobiernos socialistas, solos o en compañías de otros.

La evolución de Andalucía, que recibió incluso la primera línea de AVE, ha sido evidente. Los servicios sociales y las prestaciones que reciben los andaluces son envidiables, pero la mayoría no daba un duro por el Presidente Griñán. La crónica ya estaba escrita: un paro que supera el treinta por ciento, el desgaste de tantos años de mandato, los chanchullos económicos, el clientelismo enquistado en las casas del pueblo y el cainismo irresponsable desatado en muchas agrupaciones. Parecían argumentos más que suficientes para derrumbar el fortín socialista. Han perdido nueve escaños y muchos votos, pero Izquierda Unida ha multiplicado su fuerza en el Parlamento y Arenas solo ha superado al PSOE en un punto,  y lo que es peor para él, se ha quedado a cinco asientos de la mayoría absoluta.

Izquierda Unida tiene la última palabra y la llave maestra de los despachos de la Junta de Andalucía. Griñán la difícil tarea de pactar con ellos un gobierno estable y un programa común. Deberá también abrir las ventanas del partido y dejar que entre un vendaval de aire limpio.

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Fernando González

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