jueves, abril 18, 2024
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¿Habrá un plan B?

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En una circunstancia quizás imaginaria y en un país posiblemente también imaginario, no sería altamente descabellado imaginar que la sala de máquinas de la gobernanza estuviera a revientacalderas pergeñando un plan B presupuestario que contentase a unos y no torturase a otros, o que no se encarnizase con unos y no desencantara a otros. Complicada ecuación, si no imposible, pero imaginar es, todavía, gratis.

La traducción, o una de ellas, de los resultados electorales de Andalucía y Asturias es que los recortes y la reforma laboral de Rajoy han derrotado al PP que no gobernará en Andalucía y se ha estancando en Asturias, congelando más que enfriando a tantos y tantos a los que se le calentó la boca (y a saber qué más) pregonando y apostando que barrerían. La realidad ha hecho que aquellos calentones hayan tornado en ardores inmunes a los antiácidos y con el riesgo, bastante alto, de convertirse en crónicos.

Creyeron estrategas y corifeos, planificadores y orejeros, que el tratamiento decretado nada más tocar poder sería coreado por la legión de votantes y referenciado por mercados y mercaditos. Se obcecaron en que estos y aquellos no sólo no reprocharían sino que agradecerían tan diestro manejo de tijeras y guillotinas porque de sus filos brillantosos surgiría en forma de recortable la tierra prometida. En ningún momento contemplaron el más mínimo por si acaso ebrios como quedaron de absoluto poder un 20 por la noche. Tal era el entusiástico que de un lado profesaban y de otro sentían que a cada instante pedían “otra ronda, ¡venga!”. Y a perpetrarla se pusieron.

Sucedió entonces que no por prudencia sino por administración de éxitos sin paragón, encargaron la comanda con el mandato, como siempre conjugado en dialecto “decreto”, de no servirla hasta el 30 de los corrientes toda vez que cinco días antes se darían otro atracón (sinónimo de comilona, que no aumentativo de… diremos asalto) de votos. Estaban convencidos que surfeando pintureros sobre ellos podrían pasar de inmediato del “otra ronda” al “barra libre” en forma de presupuestazo implacable pedido a gritos por un voto, y otro, y otro más, y… y cientos de miles más.

Soñar, igual que imaginar, aún es gratis, pero la realidad, que día a día hay que currársela y/o currarla, ha sido radicalmente distinta y radicalmente clarificadora. Las urnas han dicho que si hay otra ronda la vas a tener que pagar tú y que si quieres barra libre te costará un potosí, y lo han dicho tan cla-ri-to como los recortes se han revuelto y han recortado al recortador. Ha sido de forma implacable e incontestable a cuatro días de una huelga general, de lo que cabría colegir que lo ocurrido en Andalucía y Asturias puede o pudiera haber sido el anticipo o el aperitivo de lo que podría pasar el 29M. Así es al menos como al menos uno debería interpretar lo sucedido y pronosticar (por si acaso) lo que podría suceder.

Y es en esa circunstancia quizás imaginaria, y en ese país posiblemente también imaginario, donde no debería ser altamente descabellado imaginar que la sala de máquinas de la gobernanza está ya a revientacalderas apañando (que es palabra familia directa de apaño) un plan B presupuestario que contentase a unos y no torturase a otros, o que no se encarnizase con unos y no desencantara a otros. Complicada ecuación, si no imposible, pero imaginar es, todavía, gratis. A partir del 30 ya se verá.

Javier Manzano-Estrella Digital

Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

Javier Manzano

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