jueves, abril 25, 2024
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Sin derechos

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En estos días podemos ver en el cine una buenísima película: «La Dama de Hierro» sobre la vida de Margaret Thatcher, dirigida por Phyllida LLoyd, y en donde la actriz Meryl Streep hace una interpretación extraordinaria. Y lo que llama de inmediato la atención sobre la personalidad de Thatcher es que no le temblaba el pulso a la hora de llevar su ideario hasta sus últimas consecuencias, así que se enfrentó a los sindicatos británicos y les aguantó el pulso hasta quebrarlos.

No es que pretenda hacer un paralelismo entre Thatcher y Mariano Rajoy pero es evidente que la reforma laboral aprobada por el Gobierno tiene un alcance que va más allá de dejarnos al pairo a quienes cobramos un salario, ya que también alcanza al papel de los sindicatos, que con la reforma de marras pierden poder y representación.

De manera que han hecho bien los líderes sindicales en no entrar al trapo de buenas a primeras convocando una huelga general, un arma que siempre está ahí para utilizar.

Yo no sé a ustedes, pero a mí no me extraña que desde el Gobierno se intente acotar el poder sindical. Durante años he escuchado a los voceros del PP en distintas tertulias arremeter contra los sindicatos y añorando que en nuestro país viniera alguien que como Thatcher hizo en el Reino Unido, lograra acabar con ellos.

Lo cierto es que la reforma laboral del Gobierno Rajoy deja a los asalariados prácticamente sin derechos y al albur de los empleadores. Es una reforma laboral que el ministro Luis de Guindos califica de «agresiva» y vaya si lo es. Es agresiva contra los trabajadores que a partir de este momento pueden ser despedidos o pueden ver rebajados su sueldo sin que a sus empleadores se les mueva el flequillo.

De un plumazo, mejor dicho de un decretazo, el Gobierno Rajoy se ha cargado toda la legislación laboral de las últimas décadas dejando a los trabajadores desprotegidos y para que no haya dudas, además, el Gobierno manda a un rincón a los sindicatos.

Todo esto para que el ministro Montoro salga a decir que la reforma laboral por sí sola no va a crear empleo. Claro que a estas alturas a nadie le sorprende que el Gobierno diga digo donde decía Diego.

Durante toda la campaña electoral el propio Cristóbal Montoro, amén del ya presidente Rajoy y todos los dirigentes del PP, se cansaron de decir que no iban a abaratar el despedido y mucho menos subir impuestos, pero ya hemos visto que es lo primero que han hecho. Y añaden el llevar a la practica el sueño secreto de arrinconar a los sindicatos, que es la manera de dejar aún más desprotegidos a los trabajadores.

Y todo esto en nombre de esos entes abstractos que llaman mercados o Unión Europea. En realidad, el plan que se está llevando a cabo con precisión de cirujano es la de desmantelar en Europa el Estado del bienestar, con un retroceso en derechos y, además, con la amenaza de que si alguien protesta será peor. La gente asiste a ese desmantelamiento noqueada por la gravedad de una crisis provocada por el sector financiero, pero que, sin embargo, vamos a pagar los ciudadanos de a pie. Y así será hasta el día en que haya muchos, pero muchos ciudadanos, que digan ¡basta!, ¡hasta aquí hemos llegado!. No se puede tirar tanto de la cuerda porque están a punto de romperla.

Saben, las encuestas dicen que el Gobierno aún cuenta con un buen caudal de confianza en la sociedad pero también dicen que cada vez son más los ciudadanos desilusionados que no dejan de murmurar: «no era esto, no era esto». Y esto no es otra cosa que jarabe de palo.
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Julia Navarro

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