jueves, abril 25, 2024
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La reforma financiera De Guindos

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La semana pasada nos ha dejado la ya manida reforma financiera que nos presentó el ministro del ramo, Sr. De Guindos. Básicamente, consiste en incrementar las provisiones sobre los activos inmobiliarios problemáticas que tiene la banca y que ascienden a unos 175.000 millones y también en fomentar una política de fusiones entre entidades. Todo ello se hace con el objetivo de que el crédito vuelva a fluir por la economía de nuestro país.

El coste de todas las medidas se ha cifrado en unos 50.000 millones de Euros. La actuación sobre los activos inmobiliarios problemáticos se concreta en que todo el suelo en manos bancarias esté provisionado hasta un 80% de su valor, hasta el  65% las promociones no terminadas y hasta el 50% las promociones ya terminadas y las viviendas de particulares que no hayan sido residencia habitual de los prestatarios y que tenga la entidad en pago de deudas siempre que hayan permanecido en el patrimonio de la entidad al menos 3 años. En un principio se dio un porcentaje genérico del 35% pero la realidad es que puede llegar hasta el 50% de forma escalonada.

Además, para el resto de activos inmobiliarios no problemáticos se establece una provisión genérica del 7%.

Las dotaciones de estas provisiones serán cargadas parte contra resultados de las entidades y parte contra su patrimonio, habiéndose fijado como límite temporal para su realización  el 31 de diciembre del presente año.

Para aquellas entidades que tengan problemas a la hora de dotar estas provisiones se fomenta la vía de las fusiones con otras entidades mayores que permitan dotar las mismas. En estos casos el plazo para su dotación se aumenta a dos años y se permite la dotación no contra resultados sino directamente contra el patrimonio neto. Además, en el caso de las entidades fusionadas que no puedan hacer frente a las provisiones podrán acudir a solicitar ayudas al FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria). Este organismo sería financiado a través del Tesoro Público mediante la emisión de deuda para conseguir los fondos necesarios.

Varias cosas llaman la atención de esta reforma. La primera es que tal y como se entienden los porcentajes de deterioro a cubrir, 80%, 65% y 35% o 50%  parece que han sido fijadas para no dejar atender al elemento particular al que deben compensar y sobre el que actúan. Se olvidan cosas tales como el momento en que el activo ha entrado a formar parte del patrimonio de la entidad y de la valoración con que la que lo ha hecho. En definitiva, no atiende a las peculiaridades de cada activo sobre los que establecer el deterioro y  hace tabla rasa con todos ellos en todas las entidades.

La segunda es que las entidades que están ya zombis y que no puedan dotar las provisiones porque ya se encuentran muy deterioradas, tendrán que fusionarse con una entidad más grande, que parece que es lo que se fomenta con la norma. Surge una duda y es que la resultante de una entidad fuerte con una débil siempre será inferior en potencia a la primera, es decir, el bicarbonato que van a tomar las grandes para hacer la digestión de las pequeñas podría pasarles factura y debilitarlas hasta no sabemos dónde, poniendo en cuestión su calificación y sus posibilidades de dar crédito, que en definitiva es lo que se busca.

Y la tercera es que desde el ejecutivo se afirma que con esta reforma el incremento del crédito se conseguirá si los mercados obtienen una visión positiva de estas reformas ya que ello permitiría a la banca española conseguir de nuevo acceso al mercado de capitales. Pero lo cierto es que los expertos nos indican que hasta que el proceso de reestructuración no concluya, no parece que las posibilidades de nuestra banca de acudir al mercado de capitales vayan a mejorar y por ende, tampoco fluiría el crédito por las venas de nuestra economía a corto plazo.

¿Todo ello quiere decir que la reforma es negativa? A mi juicio no, ya que presenta un gran aspecto positivo que es intentar que los balances de la banca reflejen en mayor medida las valoraciones reales de sus activos y sanear el sector de una vez por todas. Podrían haberse hecho otras cosas pero seguramente habrían llevado aparejada una carga adicional sobre las espaldas de los sufridos contribuyentes que ya no estamos para cargas.

Dado que el crédito viene a ser como el elemento de engrase de la economía que hace que se deslice y funcione de forma dinámica, conviene tener presente que por más reforma laboral que se haga y más flexibilización laboral que se introduzca y más control del gasto público y mas reformas estructurales que se hagan, si el crédito no vuelve a fluir, seguiremos hundidos en el pozo de la amargura.

Creo que los españoles debemos rogar para que el Gobierno haya estado iluminado con esta reforma porque si no funciona, todas las demás reformas que se han hecho o que se hagan en un futuro van a servir de bastante poco.

Demos tiempo al tiempo y veamos que sucede con esta reforma que nos dejan los primeros días de este gélido febrero.

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José Luis Martín Miralles

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