viernes, abril 19, 2024
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Las intenciones de Wert

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La Educación es uno de los grandes fracasos de la Transición en España. Los políticos de aquella reconocida operación política cometieron un error imperdonable despreciando la educación y abriendo el camino a su cesión a las autonomías. Con ello,  la política más sensible de un país y la que mantiene su cohesión pasó a ser objeto de desaprensivos y nacionalistas, en general, que la usaron para su propio beneficio.

Después vino Felipe González y, allá por 1990, se inventó La Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE), donde por cierto, andaba un tal Alfredo Pérez Rubalcaba, con la que, amparándose en conceptos modernísimos, acabó por cargársela definitivamente, al establecer un sistema descentralizado de enseñanza en España y permitir, definitivamente, que las comunidades autónomas no sólo gestionasen los centros educativos sino que pudieran redactar un porcentaje muy importante de los contenidos curriculares.

Y con la LOGSE llegó el caos. El caos y la laxitud porque, a partir de ahí, ya valía casi todo. La Historia de España no era la historia de España sino historia de la Comunidad Autónoma como ente independiente y, si no había historia, se inventaba; la geografía que se estudiaba era la de la aldea y de lo que se trataba era de avanzar cursos sin ton ni son, con lo que desapareció, entre otras cosas, la cultura del esfuerzo, por poner un ejemplo, y la autoridad de los profesores, por poner otro, aunque haya muchos ejemplos que reseñar, entre los que destacaría la división y subdivisión del concepto ‘ciudadano español’.

Y de aquellos polvos, tenemos estos lodos. Porque una de las principales causas de la crisis es la escasa educación de nuestros conciudadanos. A veces, viendo los concursos de cultura general de las televisiones, uno siente vergüenza ajena.

Con el zapaterismo, ya se llegó al paroxismo porque, además, reinventó la Formación del Espíritu Nacional con una asignatura que se llama Educación para la Ciudadanía, a imagen y semejanza de aquella asignatura franquista solo que de izquierdas.

Ahora, con el PP en el Gobierno (que más que de derechas parece un Gobierno reformista) quiere poner algo de cordura en la Educación y el ministro Wert acaba de decir que, entre sus intenciones, está recuperar el valor del esfuerzo en los alumnos, que los profesores sean autoridad pública y la sustitución de Educación para la Ciudadanía por Educación Cívica y Constitucional.

Y a mí esto me parece muy bien. Sensacional, incluso. Como intenciones, claro. Porque José Ignacio Wert manda menos que el cabo de los municipales de mi pueblo. No tiene competencias por muy Ministro de Educación que sea y no puede hacer nada.

Aunque, como principios, está muy bien para cuando las Autonomías devuelvan al Estado las competencias en Educación.

Pero eso será, más o menos, para cuando las ranas críen pelo.

Pinocchio

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