jueves, abril 25, 2024
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En nombre del pueblo

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La sentencia absolutoria del expresidente Camps y de su compañero de filas Ricardo Costa está provocando cuanto menos estupor. Cualquiera que haya seguido el «serial» referido a los trajes del expresidente de la Generalitat valenciana y su relación con los principales implicados de la trama Gürtel daba por hecho su culpabilidad. Pero mire usted por donde, un jurado popular, un jurado de «conciudadanos» de Francisco Camps ha sentenciado la inocencia de éste.

El jurado popular se supone que es la voz de la calle, de los ciudadanos corrientes, y que la suya es una justicia pegada a la realidad y absolutamente democrática puesto que emana directamente del pueblo, de manera que el veredicto ha dejado desarbolados a quienes creían a pies juntillas en la culpabilidad de Camps, y a quienes le habían llevado a los tribunales.

Que nuestro ordenamiento jurídico contemplara la figura del jurado se debe a un empeño de la izquierda, por eso ahora es más difícil alzar la voz y decir que ese veredicto de Camps no habría sido posible con un tribunal profesional, pero a la postre es lo que piensa todo el mundo incluidos muchos «pepes».

El caso es que los trajes de Camps son pecata minuta frente a los tejemanejes de la trama Gürtel que es lo que de verdad queda por terminar de investigar y juzgar. De manera que Camps aún no ha terminado de solventar sus problemas en los tribunales. Tampoco hay que olvidar la variante Urdangarin, porque el expresidente también tiene que explicar la generosidad injustificada de la Generalitat valenciana para con el yerno del rey.

Pero aunque le queden por delante alguna que otra cita con la Justicia lo cierto es que del caso de los trajes ha salido bien librado.

Pero volviendo a la cuestión de si es «más justicia» la ejercida directamente por los ciudadanos o la de los jueces, siempre se ha pensado que si fueran los ciudadanos los que directamente tuvieran la palabra sus veredictos serían diferentes. Pongamos como ejemplo casos como los de Marta del Castillo o el de Sandra Palo. ¿Alguien cree que en el caso de Marta del Castillo alguno de los presuntos implicados se habría ido de rositas en caso de ser juzgado por un jurado popular? La respuesta es «no» pero…. si, pero ¿nos podríamos llevar una sorpresa como nos la hemos llevado en el caso Camps?

El expresidente valenciano apeló a sus conciudadanos, haciéndoles un guiño de proximidad, de complicidad al ponerse en sus manos. La respuesta le ha sido favorable, otra cosa es que políticamente pueda remontar al menos a corto plazo. Las conversaciones con su «amiguito del alma» y otras lindezas que hemos escuchado en el juicio no le dejan en buen lugar más allá de su inocencia o culpabilidad. Veremos cómo maneja sus tiempos y si Rajoy quiere que su partido en el País Valenciano dé marcha atrás o por el contrario continuar por la senda de renovación abierta por el nuevo presidente, Fabra, al que los suyos, o sea Camps, le ha dejado una herencia de las de salir corriendo: no tiene un euro en la caja, las deudas de la Comunidad son extraordinarias,y lo que queda son los restos de una gestión basada en el despilfarro. De manera que Mariano Rajoy tendrá que decidir entre el pasado o el presente y el futuro. Él sabrá.

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Julia Navarro

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