jueves, marzo 28, 2024
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Prohibido comprar órganos

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Si hay algo que funciona bien, en la pendiente de deterioro que está sufriendo la sanidad pública, es la Organización Nacional de Trasplantes. Modelo y ejemplo para el resto de países de la UE, su sistema está basado en la solidaridad y la igualdad. Ahora, una empresa privada alemana DKMS que comercia con las células de la medula ósea, puede poner en peligro uno de los pocos organismos no contaminados por el lucro y el sálvese quien pueda.

Todo el mundo recordará las terribles imágenes de ciudadanos indios con un enorme costurón en la espalda, secuela de la venta de uno de sus riñones, como forma de sobrevivir en la pobreza. Esos órganos de los países sin recursos van a parar a los enfermos de Estados Unidos y de Asia, donde solo los ricos se pueden permitir pagar los gastos de un trasplante que les salvará la vida. Conviene también traer a la memoria la confirmación, por parte de las autoridades sanitarias chinas, de la venta de órganos de reos condenados a pena de muerte y ejecutados en las prisiones de ese país.

Entonces el escándalo internacional fue mayúsculo. Se comerciaba con todo lo servible de un ajusticiado, sin conocimiento de su familia y para venderlo en el mercado internacional.

Es cierto que las listas de espera por la que pasan los receptores de un trasplante son, a veces, angustiosas para la familia de un enfermo al que ven decaer día tras día. Pero ahí está precisamente su igualdad: en que nadie, se llame como se llame, o tenga el patrimonio que tenga, va a ser beneficiado por encima de los demás.

Precisamente, esa justicia ante el sufrimiento, es la que ha llevado a España al primer lugar en cuanto a donaciones altruistas. Es la que convence a unos padres, que acaban de perder a su hijo en un accidente de tráfico, a donar generosamente todos sus órganos para salvar varias vidas ajenas.

Esa igualdad en la espera de un trasplante es también la que no permite campañas de apoyo o circos mediáticos con un enfermo en particular por muy acuciante que sea su caso. En la ONT no hay vericuetos ni hatajos para saltarse la lista de espera. Ese es su prestigio internacional y su credibilidad a la hora de pedir donaciones.

En esta época de turbulencias y de recortes de las prestaciones sociales, ¿estamos los españoles dispuestos a que el Estado permita que empresas de ventas de órganos se carguen una labor colectiva y generosa como la ONT?

Hay que exigir al Gobierno de Mariano Rajoy que legisle de forma inmediata para prohibir la actividad de este tipo de empresas que recuerdan mucho a las que mercadean en la India con los riñones de los pobres entre los pobres.
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Victoria Lafora

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