He realizado uno de mis particulares estudios sociológicos. La metodología ha sido impecable pues he utilizado a los vendedores/as que me asaetean telefónicamente para ofrecerme todo tipo de cosas. Servidor les dice que escuchará su rollo si antes me contestan unas sencillas preguntas y así todos contentos. Además de esta forma abarato costes. Esto es lo que se llama aprovechar unas sinergias al más alto nivel para realizar recortes presupuestarios en mis investigaciones.
Mi primera pregunta, así como para ponerlo fácil, trataba sobre si conocían lo de la crisis económica. El resultado es que la totalidad de los encuestados/as han respondido afirmativamente y añadido que están hastiados del tema. Incluso varios han señalado partes de su anatomía para indicar hasta donde llegaba su nivel de hartazgo. Por ello debo recomendar y recomiendo que los ministros novatos no se prodiguen tanto en ruedas de prensa, tomas de posesión, bodas, bautizos y banquetes diversos. En estos eventos el ministro novato, en busca de cierta popularidad, nos informa sobre la citada crisis con adjetivos o detalles novedosos para garantizarse alguna repercusión mediática. El efecto, como pueden observar, es el contrario.
Ante esta circunstancia he realizado una segunda pregunta tendente a analizar el estado de ánimo de la población. En este punto se considera que los españoles se dividen entre los que están en paro, los recortados, los desanimados, los acongojados, los indignados y los pensionistas que no hacen más que hacer cálculos sobre cuanto les van a costar las medidas gubernamentales para “garantizar el valor adquisitivo de sus pensiones”. La conclusión que se desprende de esta segunda pregunta es que sin estímulos, objetivos, esperanzas o soluciones hemos entrado en “estado de malestar” profundo. Que conste que yo solo transcribo lo que me dicen.
La tercera pregunta que era de carácter abierto, aprovechando el amistoso ambiente ya creado, incide en la opinión que les merece los dobles o más sueldos de algunos políticos, la variedad de instituciones y cargos, las corrupciones y las llamadas “conductas poco ejemplares”. La respuesta ha sido unánime en el fondo, pero con formas variadas: expresiones y palabras gruesas, blasfemias y una amplia gama de insultos que indica positivamente el apasionamiento del pueblo español por la política, la economía y en general por la actualidad.
Ya en la máxima confianza me atreví a abordar una cuestión de gran calado como es si consideraban que España es monárquica, juancarlista o republicana; bueno, pues todos los encuestados colgaron el teléfono aludiendo algunos a la posibilidad de que servidor sea gilipollas.
Lamento este final pues precisamente ahí debían colocarme su “rollo” en lógica contraprestación. Me ha dejado mal cuerpo, pero en el fondo estoy contento ya que he culminado con éxito razonable una investigación de elevado rigor científico.
Hasta la próxima semana.
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Paco Fochs