Creo que la crisis nos enseña cosas interesantes. Las más importante es que los cambios no son ni coyunturales, ni perecederos: Son estructurales y permanentes. Coincide el cambio de ciclo económico con nuevas verdades que ayudan a definir la sociedad en la que vivimos. Por ejemplo, debemos mirar con más precisión la progresividad de la renta en la atención que prestan los servicios públicos y defender con audacia las calidades del los sistemas públicos de salud y de educación.
Creo que España está de vuelta de un debate recurrente entre aspectos cortocircuitantes, intelectualmente hablando, sobre el encaje del modelo autonómico. Lo resuelvo con una frase de la que la izquierda debería hacer gala: Defender una España social y no una España territorial. Está en la esencia de sus tradiciones y en la armonía ideológica de tiempos distintos y complejos que se resolvieron con esa base.
Creo que es la hora de más Estado y menos administración. Dicho de otra forma: Más Estado fuerte y una administración más delgada, menos repetitiva en duplicidades y prestación de servicios innecesarios.
Creo que la función de la oposición es, sin duda, oponerse. Pero también construir. Rubalcaba está en condiciones de dar forma y sentido al viejo discurso de mayorías sociales que aupó al PSOE al gobierno en los años vitales de la post-transición. Es el momento de evitar veleidades, experimentos y aventuras.
Más política de Estado, menos flagelación- y menos aún en la España del Gürtel – menos cantos de sirena democratizantes – ni que las elecciones españolas carecieran de legitimidad- y más respuestas a las verdades verdaderas que preocupan a los españoles: Paro, nueva economía y la catastrófica y falsaria subida de impuestos bajo el slogan de la letanía de la culpa ad eternum de ZP.
Rubalcaba tiene ahí su sitio.
Rafael García Rico