miércoles, abril 24, 2024
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El “tren de la bruja”, otro fracaso de Aguirre

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Evitaré incidir en la envidia que siempre le ha tenido Esperanza Aguirre a Alberto Ruiz-Gallardón a pesar de que la “lideresa”, antes de serlo, había logrado un sueño inalcanzable hace dieciséis años para “Albertito”: ser ministra. Y obviaré recordar los constantes desencuentros que desde hace años mantienen en público y en privado ambos políticos populares.

Una de las señas de identidad en la etapa de Gallardón en la presidencia de la Comunidad fue la dotación de infraestructuras públicas de transporte, construyendo y ampliando lo que hoy es uno de los mejores Metro del mundo. Apoyándose, es cierto, en tiempos con mejores vientos económicos y en las ayudas europeas construyó mas tarde otra obra emblemática, el Metro Sur, en una zona de la región castigada por el abandono y el olvido durante décadas. Puede discutirse si el proyecto, ya realidad, debió tener algún trazado diagonal o radial que complementara y enriqueciera su concepción circular, pero de lo que no cabe duda es que cambió el mapa del transporte madrileño.

Y claro, cuando hace ocho años Esperanza Aguirre llegó de aquella manera, tras el “tamayazo” a la sede de la Puerta del Sol, Gallardón le había dejado muy poco terreno para seguir haciendo más Metro. Y como ella no iba a ser menos que su “íntimo enemigo”, además de hacer alguna pequeña ampliación en alguna línea ya existente, se sacó de la manga el “Metro Ligero”, algo que, por otra parte, no había tenido una auténtica demanda social, especialmente en la zona Oeste.

El caso es que hemos conocido que el fondo de infraestructuras Ahorro Corporación Infraestructuras y la constructora Comsa, dos de los principales accionistas en el Metro Ligero Oeste, han puesto a la venta su participación del 49% en la compañía. La razón para ello es el pésimo resultado de explotación. Cuando se inauguró la obra –la única explotada por empresas concesionarias privadas- en 2007, la previsión de la Comunidad de Madrid era de llegar hasta 16.000 viajeros por hora. Cuatro años después, no tiene ni 20.000 usuarios en todo el día. ¿Qué mente iluminada le hizo los cálculos a Aguirre?

Pero eso no es todo lo malo que acompaña al enésimo proyecto fracasado de la presidenta madrileña. Además de numerosos fallos técnicos, como denunciaron conductores y empleados, el trazado también reunió duras críticas por su inseguridad (raíles que discurren ante centros escolares y de ocio sin vallar, o la mismísima entrada a RTVE; cruces en los que confluyen peatones, tranvía y coches), ruidos nocturnos, curvas innecesarias y sin criterio y, sobre todo, la falta de velocidad que le ha restado eficacia.

La sinuosidad del trazado y el exceso de túneles provocó la retranca y el humor de los usuarios que comenzaron a llamar al Metro Ligero el “Tren de la Bruja”. Ese apodo se lo dieron los ciudadanos de la zona por las razones que acabo de mencionar. En ningún caso porque fuera idea y lo inaugurara Esperanza Aguirre el 27 de julio de 2007. No, no era por eso por lo que le llamaban el “Tren de la Bruja”.

Si hubiera sido así habría echado a escobazos a Jesús Sepúlveda, exalcalde de Pozuelo, y a Arturo González Panero, más conocido como “el albondiguilla”, exalcalde de Boadilla, los dos, implicados en la mayor red de corrupción que jamás ha habido en España, la “Gürtel”.

Lejos de eso, como todo parecía que iba sobre ruedas, se les puede ver en este vídeo, a los tres felices y contentos de estrenar el “Tren de la Bruja”, como decían los vecinos o el Metro Ligero Oeste, como reza oficialmente.

En cualquier caso, otro fracaso de Aguirre.

¿Acumula tantos que ya se ha perdido la cuenta?

Alfonso García

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