jueves, marzo 28, 2024
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Conociendo a Sylvie

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Les presento un nuevo relato de un lector de estas Memorias de un Libertino. Nos lo remite una persona que se llama ‘Húmedo y caliente’, al que agradezco, sinceramente, su colaboración por lo que significa de enriquecimiento de la sección. Espero que lo disfruten.

Conociendo a Sylvie

La reunión no fue bien. No fue una sorpresa. Una propuesta preparada la noche anterior después de un terrible viaje en avión no suele funcionar. Dirk, nuestro director, nos miraba con ojos de lobo mientras todos recogíamos nuestras cosas para abandonar la sala de reuniones. En esa mirada había odio. Deberíamos retrasar un día nuestro regreso. Eso alteraba su agenda repleta de reuniones. Nos comprometimos a presentar una propuesta revisada al día siguiente. Dirk acompañaba a nuestro cliente sin dejar de taladrarnos con sus ojos. Desaparecieron tras la puerta.

Sylvie y yo empleamos más tiempo del necesario en recoger todo nuestro material. Por nada del mundo queríamos coincidir con Dirk y sufrir su ira en exclusiva. Como tantas veces nos tocaría trabajar durante la noche. Siempre que viajábamos reservábamos una de nuestras habitaciones con despacho para poder trabajar.

Sylvie se despanzurró sobre el sillón al tiempo que yo ordenaba algo para cenar. Hacía años que viajábamos juntos y hacíamos un excelente equipo. Nos entendíamos a la perfección. En las cenas lo pasábamos bien. Nos reíamos de los apuros pasados en las reuniones y de las caras de Dirk. Después de cenar, nos tocaba trabajar.

Sylvie me miró de un modo extraño. Sentada en el sillón con la ropa descolocada estaba muy atractiva. Apurando su copa de vino, con lo labios húmedos por el último trago me dijo:

– ¿Nunca has pensado en mí como en algo más que en una compañera de trabajo? Pasamos mucho tiempo juntos, solos, trabajando.

– No entiendo -dije yo. Pero si entendía. Desde luego que había pensado en ella más allá del trabajo.

– Ven. -Dijo. Y yo fui.

No hubo ninguna palabra más. Sus labios con sabor a vino aterrizaron en mis labios y descendieron por mi cuello. Yo puse mis manos sobre su suave blusa con tacto de seda. Su espalda, sus caderas y sus pechos. Uno tras otro desabroché los botones de su blusa y admiré su torso adornado por un bonito sujetador. Me perdí entre sus pechos y en pocos minutos ambos estábamos desnudos sobre la cama.

Sylvie tenía un precioso cuerpo, una bonita melena y unas ganas enormes de gozar. Recorrimos nuestras pieles arriba y abajo. Nos besamos. Nos mordimos. Degustamos el sabor de lo íntimo. Sentí el interior de su boca, caliente. La suavidad de su lengua y de sus labios, arriba y abajo, me hizo derramarme, pero no nos detuvimos. Tras algunas explosiones suyas de placer transformadas en gemidos de su garganta, me encontré dentro de su cuerpo. Su vagina estaba húmeda de su propio deseo y de mi saliva. Me deslicé. Me recibió caliente. Nos estremecimos. Buscamos cada uno de nosotros el máximo placer retorciendo nuestros cuerpos, arqueando nuestras espaldas. Agarrando. Mordiendo. Arañando. Llené su cuerpo de la esencia de mi interior. Agotados nos dormimos uno junto a otro. No hubo palabras.

Me desperté de repente. Una idea estalló en mi cabeza. Abandoné el lecho caliente y me conecté con mi portátil. Tenía la clave para mejorar la oferta que debíamos presentar esa misma mañana. Una hora más tarde tenía el trabajo terminado. Todavía era pronto. Me di la vuelta. Sylvie estaba despierta. Recostada sobre la cama me miraba. Yo estaba desnudo. Ella tapada a medias por la sábana. Se apreciaba el volumen de sus pechos tras la tela. Estaba sublime. Sólo la tenue luz de la pantalla de mi portátil iluminaba la habitación.

– Es pronto –dije– He terminado la propuesta. -¿Quieres desayunar?– pregunté a continuación.

Negó con la cabeza sin apartar sus ojos de mí.

Despeinada tras la noche de pasión estaba irresistible. Descubrió sus senos y añadió: – No quiero desayunar, quiero volver a cenar.

Aterricé a su lado y volvimos a volar.

Al término de la reunión los objetivos se habían alcanzado. Dirk dejó la sala de reuniones a toda prisa. Perdía el único vuelo disponible para ese día. No habíamos conseguido más que un billete de avión para él. Todos los vuelos de ese día estaban completos. Deberíamos pasar una noche más en aquel hotel. Recogimos nuestras cosas, regresamos a la habitación y ordené la cena. Sylvie me esperaba sentada en el sillón, esta vez sin ropa.

Húmedo y caliente

Estas memorias están teniendo, afortunadamente, una gran aceptación entre los lectores. Lo demuestran el gran número de visitas que tiene semana tras semana y los comentarios que recibe. Por eso, de acuerdo con la dirección de Estrella Digital, he pensado realizar, dentro de la sección, un Experimento sexual: quiero que los lectores de ‘Memorias de un Libertino’ puedan publicar también sus relatos.  Sus sueños. Sus experiencias. Sus deseos ocultos.

El tema erótico será libre. Sólo pido que el texto no sea mucho más de un folio de extensión y que mantenga un mínimo de buen gusto. Se podrán firmar con seudónimo y se respetará el máximo de discreción. Tanto se respetará que los relatos NO deberán enviarse a la redacción de Estrella Digital sino a [email protected] Este es un correo creado, especialmente, para recibirlos y para que sirva también para aclarar cualquier duda o consulta.

Por supuesto, si alguien lo solicita, puedo también ayudarle literariamente a mejorar su texto.

Esperamos recibir muchos relatos.

 

Memorias de un libertino

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