Todo parece indicar que esta semana que acabamos de empezar será la definitiva para la supervivencia o desaparición del Euro. La reunión de jefes de gobierno que tendrá lugar los días 8 y 9 del presente mes en Bruselas tendría que establecer definitivamente el camino a seguir para salir de la pesadilla que vivimos en Europa en los últimos tiempos.
Cierto es que a estas alturas hablar de cumbres en Bruselas es sinónimo de escepticismo, ya que todas las que hemos vivido dentro de la crisis galopante que nos aqueja, han puesto de manifiesto muchas palabras y muy pocos hechos.
El dúo Merkozy se está encargando ya de prepararla y cada uno por su cuenta y en foros distintos, han puesto de manifiesto sus puntos de vista.
El presidente francés, Sr. Sarkozy en un discurso en Toulon la semana pasada defendió la supervivencia del Euro y al eje franco-alemán como motor para sacar a Europa del atolladero. Habló de la necesidad de disciplina fiscal y de una refundación de Europa guiada por Francia y Alemania, del uso del Fondo de Rescate Europeo como primera línea de fuego y se mostró convencido de que el Banco Central Europeo tendrá un papel relevante en la solución de los problemas que aquejan a Europa. No, no mencionó la «grandeur» francesa, ni se enrolló en la bandera y tampoco apeló a Napoleón.
Por otro lado la Sra. Merkel el pasado viernes y ante el parlamente de su país indicó que en la cumbre que se va a celebrar defendería la introducción de la potestad de la Comisión Europea para sancionar a los países que incumplan los criterios de estabilidad, por déficit excesivos, pudiendo llegar incluso a la exigencia de responsabilidades ante el Tribunal de Luxemburgo y a la suspensión de los derechos de voto y a la recepción de fondos comunitarios. También se volvió a mostrar contraria a la creación de eurobonos. De momento no dijo nada de sacar una Panzer división a pasear por Europa para imponer disciplina, pero no le demos ideas. Es más dura que el acero Krupp.
Por último el famoso dúo tiene hoy lunes una reunión en París para fijar el planteamiento común que van a defender y que iría en la línea indicada por Merkel ante su parlamento. Las diferencias en el dúo están en la forma de llevar estos planteamientos a la práctica. Francia aboga porque el control se ejerza por los gobiernos de los distintos países, en aras a ceder la menor soberanía posible, mientras que Alemania aboga por una reforma del Tratado de la Unión, es decir, de una mayor cesión de soberanía nacional de cada país.
La modificación, como quiera que se hiciera, busca una integración fiscal que pasaría por el compromiso con el déficit cero y por un control de los presupuestos nacionales ex-ante, al objeto de modificar aquellos que vayan en contra de los compromisos que se adquieran en el convenio que se alcance.
Parece que en caso de conseguirse estos acuerdos, Alemania estaría dispuesta a permitir que el Banco Central Europeo jugase un papel más activo. Y dado que su mandato lo limita en muchos aspectos, lo haría prestando fondos al Fondo Monetario Internacional, el cual los prestaría, a su vez, a los países que se encuentran en apuros. Se habla ya de 200.000 millones de Euros que se aportarían con este objetivo. Este comportamiento pone de manifiesto la necesidad de una reforma inmediata del estatuto de este banco en la línea de permitirle una mayor intervención dentro de la economía europea para no tener que ampararse en el FMI. Carece de sentido común ese trasvase de fondos.
Y además Alemania dejaría de poner reparos a que el Banco Central Europeo ampliase la compra de deuda de los países acuciados por los mercados, ya que por la vía del compromiso con el déficit cero, el control presupuestario y la exigencia de medidas de ajuste, vendría a neutralizarse el posible efecto inflacionista que pudieran generar estas compras y que tradicionalmente tanto ha preocupado a los alemanes. Así parece desprenderse de unas palabras del presidente del BCE, el Sr. Draghi, en días pasados.
Es cierto que en el caso de que todas las informaciones y las hipótesis que se hacen se materialicen, se habrá dado un paso importante en la búsqueda de una salida del túnel infinito en el que estamos sumidos, aunque también es cierto que la forma de hacerlo denota una cierta carencia democrática en Europa, ya que parece que estemos en presencia más que del eje franco-alemán del Imperio Franco-Alemán, pero así es la vida en este continente en la actualidad.
Ahora sólo nos resta esperar al día 9 y ver si, cual sastre, se toman todas las medidas necesarias y además, en esta ocasión, se llega a confeccionar el traje que precisa la moneda única. Es conveniente pensar que de vez en cuando se producen milagros y bien podría ser éste uno de ellos.
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José Luis Martín Miralles