Era de cajón. Era imposible que este Gobierno del desastre se quedase quietecito mientas se cumplían los plazos legales. No se puede domesticar a un cocodrilo. El PSOE ha perdido las elecciones. Mejor, los españoles lo han echado. No quieren saber nada de él por el desastre de gestión que han realizado en los últimos ocho años pero no pueden o no quieren entenderlo.
Habían dicho que no a la Ley Sinde. Que se quedaba en el tintero porque no había tiempo. Como otras leyes. Así es la política. A Zapatero se le acabó el tiempo. Ya está en los minutos de la basura. Pero no. Tenía que dar la última dentellada.
Y la dentellada era que se aprobase en Consejo de Ministros la controvertida Ley Sinde. Una ley sobre la que ni siquiera existe unanimidad dentro del Consejo de Ministros.
Una ley que tiene ninguna urgencia y ninguna necesidad de ser abordada por un Gobierno ya en funciones. Pero Zapatero no podía estarse quieto. Tenía que hacerle el último favor a la señora Sinde para que se notara que una vez fue ministra y no pasase por el Gobierno sin pena ni gloria. Para que se fuese ‘matando’, aunque con ello volvieran a incendiarse las redes sociales e internet.
Y las redes se incendiaron. Y Zapatero entendió que no podía darle el capricho a su ministra favorita y suspendió su aprobación.
Menos mal que alguien, en ese Gobierno del desastre, tiene algo de sentido común.
Pinocchio