viernes, marzo 29, 2024
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Las inquilinas de La Moncloa

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Supongo que entre los muchos y gravísimos temas que tiene entre manos Mariano Rajoy, ocupará un lugar destacado el posible traslado de su familia a La Moncloa, que en principio ha descartado porque dice sentirse muy cómodo en su propia casa. Un argumento que ya esgrimieron antes que él todos los demás presidentes que le antecedieron en el cargo.

No porque a ellos les pareciera mal vivir en el mismo lugar donde tienen sus oficinas, sino por la rotunda oposición de sus esposas a trasladarse a una residencia que consideran inhóspita porque les impide tener la privacidad necesaria que toda familia necesita.

Recuerdo el disgusto que se llevó Amparo Illana cuando tuvo que abandonar su piso de la Calle San Martín de Porres para irse a vivir a Moncloa. Algo que no sintieron sus hijos para quiénes ese lugar fue lo más parecido al paraíso terrenal, en palabras de Sonsoles Suárez, ya que disponían de grandes jardines para jugar a su antojo. Los problemas surgieron cuando abandonaron ese recinto y tuvieron que enfrentarse a la vida civil sin los privilegios que tenían por ser hijos de quienes eran, que fueron resolviendo como pudieron, de igual manera que lo hicieron más tarde los de Felipe González y Carmen Romero, para quienes la residencia presidencial se convirtió en una cárcel, de oro sí, pero una cárcel que les impedía disfrutar de la libertad a la que todo adolescente tiene derecho.

Ver sus notas impresas en los periódicos, la foto de su primer beso de amor en las revistas del corazón, les creó una sensación de indefensión absoluta, que ha marcado su carácter. De ahí la aversión de los dos mayores por los medios de comunicación y su lucha por permanecer lo más alejados posible de todo lo que tenga que ver con la vida social.

Una actitud que contrastó con la adoptada por la familia Aznar, que se tomó muy deportivamente eso de vivir en un recinto cerrado a cal y canto para todos aquellos que no tuvieran que ver con la actividad presidencial. Una actitud muy positiva que contribuyó a crear Ana Botella, su facilidad para adaptarse a cualquier situación. Ana se llevó la mayoría de los muebles que tenía en su casa, lo que le impidió sentir esa sensación de aislamiento que han sentido todas las demás. Incluida Sónsoles Espinosa, que se va de La Moncloa sin conceder entrevista alguna, y sin renunciar a uno de sus principios irrenunciables: acudir solo a aquellos actos oficiales donde su presencia fuera imprescindible, ni uno más ni uno menos, y preservar la privacidad de sus hijas, aunque esto no siempre lo ha conseguido y buenos disgustos que le ha costado.

¿Cuál de todas estas mujeres será el espejo en el que se mire Elvira, Viri, la mujer de Rajoy? No lo sé, pero estoy segura de que seguirá en su línea de mujer discreta, consciente de que el protagonista es su marido y no ella. De lo que sí estoy segura es de que tratará de proteger a sus hijos del interés mediático y popular como lo hicieron la mayoría de sus antecesoras. Si lo consigue se habrá cumplido uno de sus deseos más íntimos.

Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

Rosa Villacastín

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