miércoles, abril 24, 2024
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Campamento de verano

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Os presento un nuevo relato de un lector de estas Memorias de un Libertino. Nos lo remite una persona que se llama Jon Nieve, al que agradezco, sinceramente, su colaboración por lo que significa de enriquecimiento de la sección. Espero que lo disfruten.

“CAMPAMENTO DE VERANO”

Era una chica normal. Pelo castaño y lacio, ojos marrones, de mediana estatura…, con unos exubOs presento un nuevo relato de un lector de estas Memorias de un Libertino. Nos lo remite una persona que se llama Jon Nieve, al que agradezco, sinceramente, su colaboración por lo que significa de enriquecimiento de la sección. Espero que lo disfruten. Era una chica normal. Pelo castaño y lacio, ojos marrones, de mediana estatura…, con
unos exuberantes pechos, eso sí. Y era una buena amiga. Nos reíamos mucho, nos hacíamos confidencias pero poco más. Eran otros tiempos. Pero anoche soñé con el campamento verano en el que fuimos monitores. Cincuenta niños, diez monitores y el director.

Fueron unos días estupendos y todos lo pasamos genial. Y llegó la última noche en la que nos sorprendió una tormenta de verano que empapó las tiendas y el suelo. Entonces decidimos dormir todos en el comedor. Fue un día largo y después de dejar a todos los niños en sus sacos y hacer la última ronda coincidimos en el baño lavándonos los dientes. Ella vestía un pantalón corto y una amplia camiseta que dejaba todo el escote al aire. Y yo un pantalón corto. Nos miramos y sonreímos un rato. Como tantas veces hacíamos.

Al llegar al comedor extendimos los sacos y nos pusimos a dormir. Yo entre los chicos y ella entre las chicas, de forma que quedamos cabeza con cabeza. De puro cansancio, casi no podía dormir así que saqué la mano del saco y me puse a acariciarle el pelo. Después sus cejas, sus ojos, sus pestañas, sus orejas. Bajé hacia la nariz. Luego sus labios. Y, finalmente, su cuello. No sé cuánto tiempo estuve así. El silencio lo envolvía todo y tan solo lo rompía una tos al fondo y algún cambio de postura. Fue entonces cuando deslicé mi mano suavemente entre sus pechos hasta llegar al sujetador.

Inmediatamente retiré la mano con una mezcla de vergüenza y miedo. Pero ella sacó su mano, tomó la mía y la puso donde estaba, es más, deslizó mis dedos hacia su pecho. La erección fue brutal. Cuando llegué a su aureola, suave y cálida, dio un pequeño gemido y yo me estremecí. Poco después noté su pezón duro. Muy despacio retiré su sujetador y acaricié sus pechos a través de su camiseta. Ella gemía y jadeaba y yo sentía estallar mi corazón. De repente, se levantó. Yo abrí los ojos y entre la penumbra la vi al revés. Se acercó y me besó. Y me susurró al oído: No puedo más, no aguanto más…

De repente, la cremallera de su saco empezó a deslizarse hacia abajo diente a diente de la forma más silenciosa posible (menos mal que el mío no tenía cremallera). Miré alrededor mientras todos dormían y se deslizó con maestría a mi lado.

Su espalda en mi pecho desbocado. Su cabeza apoyada en mi brazo que a su vez se aferraba a su pecho, como si le fuera la vida en ello, y la atraía hacia mí. Con la otra mano retiré el pelo hacia arriba y comencé a mordisquear su cuello, para después bajar hacia sus minúsculos pantalones. Sus braguitas estaban húmedas cuando mis dedos llegaron a colonizar su sexo. Primero un dedo curioseaba, luego dos. Suavemente, bordeaban y entraban, salían, volvían a entrar esta vez para quedarse un buen rato. Noté como agarraba el saco desesperadamente y apretó fuerte mi culo hacia ella mientras comenzaba a moverse rítmicamente frotando sus nalgas contra mis pantalones que a esas alturas estaban tan mojados que no podían aguantar mucho. Una linterna quese enciende al fondo de la sala, y yo no podía parar, no podía… Y no pude. Mi boca
en su cuello para amortiguar los jadeos de mi derrota con su respiración victoriosa entrecortada en un estallido de placer desconocido para mí.

Despertamos agarrados de la mano y el día siguiente no hubo confidencias. Eso sí, las sonrisas eran más pícaras que de costumbre. Y mi saco…, para tirar.

Ahora que lo pienso…, entre cincuenta niños y diez monitores tuve una de las experiencias más inolvidables de mi vida. En las siguientes no hubo público…, apenas.

Jon Nieve 

Estas memorias están teniendo, afortunadamente, una gran aceptación entre los lectores. Lo demuestran el gran número de visitas que tiene semana tras semana y los comentarios que recibe. Por eso, de acuerdo con la dirección de Estrella Digital, he pensado realizar, dentro de la sección, un Experimento sexual: quiero que los lectores de ‘Memorias de un Libertino’ puedan publicar también sus relatos.  Sus sueños. Sus experiencias. Sus deseos ocultos.

El tema erótico será libre. Sólo pido que el texto no sea mucho más de un folio de extensión y que mantenga un mínimo de buen gusto. Se podrán firmar con seudónimo y se respetará el máximo de discreción. Tanto se respetará que los relatos NO deberán enviarse a la redacción de Estrella Digital sino a [email protected] Este es un correo creado, especialmente, para recibirlos y para que sirva también para aclarar cualquier duda o consulta.

Por supuesto, si alguien lo solicita, puedo también ayudarle literariamente a mejorar su texto.

La idea del Experimento sexual partió de un relato publicado recientemente y firmado por Laura Van D.  

Esperamos recibir muchos relatos.

Memorias de un libertino

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