Como ustedes ya saben los de ETA han decidido abandonar la violencia física. Es una gran noticia, aunque no han hablado en momento alguno sobre la violencia psicológica que también se cita como causa de maltrato a los semejantes. Pero permanecemos esperanzados a la escucha.
Me ha extrañado la tardanza en tomar esta decisión, ya que si hubieran elevado su visión, es decir: no se hubieran mirado tanto el ombligo, hace tiempo hubieran observado que desde el llamado 11S, lo del terrorismo es un asunto en franca decadencia en todo el mundo. Como cualquier movimiento similar. Han pasado diez años y parece ser que muchos no se han dado cuenta todavía. Ello no contradice el magnífico análisis que realizó Ignacio Escolar en Estrella Digital sobre las claves del final de la citada banda. Opino que lo amplía. Pero tampoco me hagan mucho caso, servidor lee muchos best-sellers y ve muchas películas de espías: sin duda está muy influido por todas estas fantasías. O no.
Así que estamos en un caso de mirarse el ombligo creyendo que se habita en el centro del mundo cuando este se observa al milímetro desde sofisticados satélites. También lo demuestran solicitando una consulta popular sobre la posibilidad de separarse o no del estado español. Supongo que aprovechan esta “ola de referéndums que nos invade”. A lo griego. En este asunto lo tengo clarísimo: un rotundo sí a los referéndums, siempre que yo pueda votar. Por supuesto también usted querido lector si así lo desea.
Realmente me produce cierto estupor lo poco oportuno de este tipo de iniciativas. Un ilustre vasco, nacido en Azpeitia: Ignacio de Loyola, advirtió sobre la conveniencia de no hacer mudanzas en tiempos de confusión. Por lo visto ya no se respeta ni a los santos paisanos, pues lo que está meridianamente claro es que estos tiempos son de confusión extrema y por ello poco propicios para las mudanzas.
Por ejemplo: tal vez también yo estoy confundido pero uno cree tener algún derecho, voz e incluso responsabilidad en el futuro de Euskadi, el cual me preocupa tanto como a los que allí han nacido, viven o están empadronados. Así que ruego que hagan lo que sea menester si insisten en este despropósito, pues entonces, les aviso con tiempo, yo querré votar en ese referéndum.
Mi pudor me impide realizar demagógicas declaraciones de amor, numerosas experiencias personales o poéticas referencias hacia esa bendita tierra vasca (como parece obligatorio en este tipo de columnas). Pero si existiera un “cariñómetro” es posible que alguien que vive, por ejemplo en Éibar, me pudiera ganar. Puede ocurrir. Pero tal vez rozaríamos lo enfermizo. O lo cursi, que es peor.
Así que si les parece bien, de momento dejamos lo del “cariñómetro” para un programa de televisión.
Hasta la próxima semana.
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Paco Fochs