viernes, marzo 29, 2024
- Publicidad -

La campaña de Perry contra el ‘New Deal’

No te pierdas...

Constituye un hito ideológico que el favorito Republicano emergente sea tan escéptico con el programa New Deal como cualquiera que haya estado en su situación desde el New Deal. Durante las elecciones de 1936, el candidato Republicano Alf Landon llamó «injusta, inviable, estúpidamente redactada y económicamente despilfarradora» a la seguridad social. Hoy, según el Gobernador de Texas Rick Perry, la seguridad social es «un fraude piramidal» que cuenta a los trabajadores jóvenes «un embuste monstruoso». Es «un fracaso estrepitoso» que «nos hemos visto obligados a aceptar durante más de 70 años ya».

Es cierto que Barry Goldwater, durante la campaña de 1964, dijo: «Me parece que la seguridad social habría de ser voluntaria». Pero cuando su rival Nelson Rockefeller anunció que esto iba a ser «un desastre personal para millones de ancianos», Don Conservador se echó atrás. Desafiado a cuenta de su propuesta, Goldwater respondía: «No sé de dónde sacó la idea».

Es cierto que Ronald Reagan, durante su campaña a presidente de 1976, adujo: «El Fascismo fue realmente el sustento del New Deal». Pero la presidencia de Reagan dio cabida ampliada al New Deal. Reagan se valió de la crisis económica de su momento, inflación y estancamiento económicos, no para derogar derechos sociales sino para rebajar los tipos impositivos. El gasto público de la seguridad social creció de forma desmesurada durante los años Reagan.

Es probable que Perry ceda como Goldwater o le dé cabida como Reagan, pero su actual reto al consenso de Roosevelt es ambicioso. «Casualmente creo», decía durante una entrevista en Newsweek el otoño pasado, «que el movimiento progresista fue el principio del deterioro de nuestra Constitución desde la perspectiva de ser objeto de explotación y alteración para hacer cosas que el Congreso quería hacer, y que/o que el Supremo quería implantar. El New Deal fue el trampolín del derroche de Washington como lo conocemos hoy».

Las propuestas de reforma de lo social de Perry siguen sin concretarse. Pero durante la misma entrevista elogió a tres municipios de Texas que habían optado por abandonar el programa de la seguridad social en 1981 (en virtud de una laguna en vigor en la época). «De manera que sugeriría una conversación legítima en torno a la posibilidad de dejar que los estados se queden con su dinero o implanten el programa. Esa es la única opción que queda».

Si Perry saca adelante su argumento contra el New Deal, existen tres resultados posibles:

El primero, los votantes Republicanos de las primarias, aunque respetando la desvergüenza de Perry, empiezan a tener dudas de que pueda salir elegido. En su debut nacional, Perry ha tendido hacia la falta de moderación. Mientras la estrategia electoral general se perfila en las mentes Republicanas, la retórica disciplinada podría volver a ponerse de moda. El comunismo y la segregación son llamados embustes monstruosos con propiedad; la seguridad social es un exitoso programa que precisa de reformas importantes. Mitt Romney podría hacer progresos con este recurso: ningún candidato percibido como enemigo de la seguridad social y el programa Medicare de los ancianos tendrá permiso de los votantes para alterar y modernizar esos programas.  

Una segunda posibilidad es que los votantes de las primarias Republicanas se muestren entusiastas con el mensaje de Perry al tiempo que el país no se entusiasma. Según sondeos recientes, los estadounidenses preferirían que el Congreso recortara el gasto administrativo independiente de la defensa y que subiera los impuestos a las rentas altas en lugar de realizar cambios importantes en los programas sociales. El presidente Obama podría tentar a la suerte con una defensa Demócrata tradicional de la seguridad social y el programa de la tercera edad Medicare frente a las hordas de maleantes Republicanos.  

Pero existe una tercera posibilidad que los escépticos de Perry deberían de tomar en cuenta seriamente. A lo mejor este trance ideológico es distinto simplemente, en el sentido en que divergen los años 30 de los 80. Otra caída en recesión, el calado constante del motor estadounidense de creación de empleo, podría hacer algo más que poner en tela de juicio tres años de políticas Obama. Podría poner en tela de juicio siete décadas de compromisos sociales progresivos. ¿Puede seguir siendo enérgica y competitiva una economía moderna que transfiere cantidades crecientes de riqueza del sector privado al sector público, de los jóvenes a los ancianos, del sector productivo a los jubilados? ¿Necesita América romper con decisión con el modelo social europeo para evitar el destino económico de Europa?  

La sensación de desesperación económica amplía el abanico de opciones legislativas. Reagan convirtió el temor al declive nacional en una revisión radical del régimen fiscal, bajando el tipo impositivo máximo del 70% al 28%. Hoy, una segunda ronda de recesiones y la implosión acelerada del modelo económico europeo podrían crear una impresión comparable de desesperación y decadencia. El reglamento usual del realismo político podría dejar de estar vigente, esta vez en torno a lo social.

Es difícil imaginar a Perry como valedor de la transformación ideológica de corte Reagan, aunque también era difícil para muchos en aquella época imaginar a un actor entrado en años en ese papel. Pero los críticos de Perry podrían descubrir que no basta con declararle ajeno a la referencia. La referencia puede cambiar.

Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

Michael Gerson

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -