jueves, abril 18, 2024
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Los dolores del parto de Obama

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El sindicalista Richard Trumka no es de los que se andan con chiquitas.

Rechazó un plato de huevos con bacon al presidir un desayuno con un grupo de periodistas la pasada semana porque, explicaba el secretario de la federación de sindicatos industriales AFL-CIO, le preocupaba escupir un paluego si no le gustaba la pregunta. Las medallas sobre su corbata de Brooks Brothers sugieren que era una posibilidad muy poco teórica.

De forma que tal vez no sea una sorpresa que Trumka haya perdido la paciencia con el Gran Tragón de nuestra vida pública, el Presidente Obama. El presidente, denunciaba, viene dando «pequeños mordiscos… que no van a suponer ninguna diferencia y no van a resolver el problema» de la economía. Obama, protestaba airadamente, decidió «trabajar con el movimiento de protesta fiscal tea party ofreciendo recortes a los programas de la clase media como la seguridad social». Y, según Trumka, Obama ha limitado sus propuestas a «las cosillas que cree que los demás van a aceptar inmediatamente».

Sin intervenciones más audaces en la economía, decía Trumka a los reunidos en el acto organizado por el Christian Science Monitor, «me parece que ya no
llega a líder; es alguien que sigue a los demás».

Son duras críticas del secretario Demócrata de un aliado natural — respaldadas por los planes sindicales de crear su propio «súper-Comité de Acción Política» en lugar de mandar dinero a los Demócratas. Las críticas están justificadas, según indicaba el antiguo minero, porque Obama va camino de una presidencia fracasada si no cambia de rumbo al dar a conocer su nuevo programa de empleo el mes que viene.

«Le digo: ‘No te fijes en lo posible — fíjate en lo necesario'», decía Trumka recordando un reciente encuentro en la Casa Blanca durante el que animó al presidente a ofrecer algo más que programas modestos que los Republicanos apoyen. «Si sólo propones lo que te parece que van a aceptar, ellos llevan la agenda», decía Trumka. «Le animé a proponer lo necesario para solucionar el problema… y si no lo hace y se queda en los flecos, me parece que la historia le juzgará y me parece que la clase trabajadora le juzgará».

Como cuestión práctica, la clase de intervenciones del gusto de los sindicatos — 4 billones de dólares en infraestructuras, un programa de empleo del estilo del WPA de Roosevelt y cosas así — no se van a producir. Como cuestión económica, podrían no ser formas eficaces ni deseables de corregir la tesitura económica.

Pero Trumka sigue exponiendo una idea válida porque no hablamos mayoritariamente de implantar legislaciones nuevas. Hablamos de fomentar la confianza. Si Obama pretende disipar la creciente — y nociva — impresión de que es débil, tiene que demostrar a la gente que está dispuesto a luchar por algo que no sea el momento de su marcha. «Vamos en la dirección equivocada», decía Trumka. «Tiene que haber cierta esperanza en que vamos a darle la vuelta. Eso significa que tendrán que haber ciertas soluciones audaces y algunos riesgos».

Según el sondeo dado a conocer el jueves por el independiente Pew Research Center, la proporción de estadounidenses que califican de líder fuerte a Obama se ha contraído bruscamente al 49% con respecto al 58% de hace tres meses, y el porcentaje seguro de que Obama sabrá enderezar las cosas ha caído al 44% con respecto al 55%. La mayoría de los independientes califican ya a Obama de incapaz de hacer las cosas, y la mayoría de los Demócratas creen que debería ser más inflexible con los Republicanos.

El presidente, sin embargo, permanece impasible. ¿Convocaría al Congreson durante el receso para abordar la crisis del empleo? Él no. Tampoco cancelaría sus vacaciones en un establecimiento de Martha’s Vineyard a 50.000 dólares la semana. Cuando el terremoto sacudió la Costa Este, él se encontraba en el campo de golf. La jornada en que Trumka denunciaba la necesidad de intervención, Obama pasó cinco horas en la playa con su familia cenando luego con unos amigos.

Ahora Obama promete un nuevo plan de empleo — a su regreso de la playa. El secretario de la Federación sindical AFL-CIO, por su parte, teme que se trate de la vieja mezcla de siempre de privilegios fiscales, infraestructuras y reforma de patentes. «Eso no va a servir», dijo.

Esa es la razón de que el responsable sindical, durante sus encuentros privados con Obama y en sus reuniones con la prensa, haya animado a Obama a ir a por más de lo que cree posible. «Hace falta liderazgo con agallas para decir: ‘esto es lo que voy a defender, esto es lo que ellos van a defender'», decía Trumka. «Hay que darles las razones de que vaya a funcionar» en lugar de «más del mismo ‘vamos tirando'».

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Dana Milbank

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