miércoles, abril 24, 2024
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Fútbol sin radio, todos pierden

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El fútbol y la radio se pelean. Las ondas se silenciaron un minuto la tarde del domingo. #noalfutbolsinradio, corean los aficionados en las redes. La Liga de Fútbol Profesional quiere cobrar por retransmitir los partidos y las radios se niegan. Los aficionados protestan y se lamentan. Son muchos años de soniquete con el carrusel. Para muchos la tarde del domingo no existe sin la ronda de goles y ocasiones perdidas. El fútbol ha seguido en la radio esta primera jornada cerrada a las ondas, pero desde las gradas o desde balcones cerca de los estadios. La radio ha creado tanta afición como las mejores estrellas de los campos, pero el fútbol necesita dinero, por su crisis y su codicia. Igual que Mediapro, dueña de unos derechos hasta ahora nunca cobrados. El fútbol pierde sin la radio y para las emisoras nada sustituye la audiencia y los ingresos de los programas deportivos.

El fútbol busca desesperadamente cómo sostener su burbuja económica. Hace unos días Mediapro y Prisa firmaban un armisticio para acabar con la guerra del fútbol en televisión. Un conflicto que ha hundido el negocio del pago por visión y que ha obligado a reestructurar la oferta con un partido en abierto y los demás en la televisión de pago por suscripción.

La Liga quiere cobrar a las radios por la palabra que ha creado mitos, afición y pasiones. Los clubes han asistido a la guerra de las estrellas radiofónicas entre las cadenas y reclaman un pedazo del negocio. En líquido, no el altavoz y la publicidad de las ondas. Jaume Roures, responsable de Mediapro, ha cifrado en cien millones de euros el negocio radiofónico del fútbol. Las radios siguen, por ahora, unidas contra la taquilla.

La Premier League es pionera, cobra a las radios desde hace años, con una encarnizada guerra entre la BBC y las emisoras comerciales por hacerse con las retransmisiones. La FIFA y la UEFA también cobran algunos derechos radiofónicos, pero concentrados en algunas finales y competiciones. Los medios británicos acaban de sostener otra batalla con el fútbol por la intención de la Premier League de controlar las redes sociales y la publicación de información en tiempo real en los medios digitales.

Fútbol y radio se necesitan. Para los primeros es uno de los medios preferidos por los aficionados. Para las emisoras, un buen negocio. La disputa necesita algo más de sensatez. Ni los clubes pueden limitar el derecho a la información y perjudicar a los aficionados, ni las radios deberían confundir la información con un negocio entre socios.

Los grandes clubes españoles como Real Madrid y Barcelona están entre los primeros del mundo en ingresos por derechos de televisión, con 158,7 y 178,1 millones de euros en la temporada 2009/10, según datos de la consultora Deloitte. La guerra de los derechos del fútbol y la forma de comercialización los impulsa por encima de otros grandes clubes europeos. Para el Barça la televisión supuso en la anterior temporada el 44% de los ingresos y un 36% para el Madrid.

Cobrar a la radio no hará ricos a los clubes, pero puede alterar el mapa radiofónico y el negocio de muchas emisoras. El fútbol profesional es puro espectáculo y que intente cobrar a quienes se benefician de su negocio no puede sorprender a nadie. Pero una cosa es cobrar por la retransmisión de un partido íntegro y otra por cantar los goles, acceder a la sala de prensa o entrevistar a los futbolistas. La hipercomercialización del deporte no puede acabar con la información.

Prohibir informar de un espectáculo público es una quimera en la era de los medios digitales y las redes sociales, cuando cualquiera puede transmitir información, vídeos y sonido desde su móvil, sea periodista o no. Los propios clubes amplían su presencia en las redes sociales e internet, como la propia Liga, la Uefa o la Fifa. Las radios deberían preguntarse por el futuro de un formato que ha durado más de 60 años y por el futuro de la información en tiempo real.

La pelea castiga a todos e indigna a los aficionados con una pasión siempre alejada de los fríos contratos del negocio.

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Juan Varela

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