sábado, abril 20, 2024
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Policías (Golfos) apandadores

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El artículo firmado por Pilar Velasco en Estrella Digital Democracia (e investigación) para policías es un ejemplo de compromiso con el ejercicio de periodismo riguroso, veraz y contrastado. Efectiva y lamentablemente, esas cosas ya no están de moda en este bendito oficio –como diría mi querido Francisco Giménez-Alemán- pero todavía sigue habiendo profesionales que, como Pilar, creen que más allá de la inalcanzable objetividad, es tanto o más importante la honradez periodística. Y Pilar –a mi juicio- ha resuelto de manera sobresaliente ambas circunstancias, de modo especial la segunda.
 
Me gustaría, sin embargo, entrar en otra reflexión que, según lo visto en los videos de estos días, creo que merece la pena plantear.

¿Qué tipo de gente entra en las Academias de Policía?
¿Les realizan pruebas psicotécnicas de ingreso?
¿Es para ellos un trabajo o una vocación?
¿Qué méritos tienen los que aprueban?
¿Están preparados sus profesores?
¿Quiénes son sus superiores?
¿Además de autodefensa y ataque, qué tipo de enseñanzas reciben?
¿Leen la Constitución durante su periodo de formación?
¿Son conscientes de lo que leen y estudian?
 
Y cuando se gradúan como policías…
 
¿Reconocen los derechos de los ciudadanos?
¿Entienden sus límites?
¿Saben que su misión es defender el Estado de Derecho?
¿El uniforme les hace sentirse superiores y extralimitarse?
¿Saben diferenciar entre los “buenos” y los “malos”?
 
Estoy plenamente convencido y seguro de que la mayoría de los agentes de policía que salen de la Academia son personas de lo más normal. Jóvenes y con una vida privada como la de cualquier trabajador, con sus dudas, sus hipotecas, sus problemas familiares, pendientes de sus circunstancias…
 
¿Entonces? ¿Qué es lo que está fallando?
 
El vídeo que ha dado la vuelta al mundo refleja todo lo contrario de lo dicho en el párrafo anterior. ¿De dónde coño han salido esos -por supuesto presuntos- pendencieros, golfos, pandilleros, barriobajeros e hijos de su madre?
¿De dónde ha salido ese macarra vestido de policía que, tres metros antes del encuentro, “arma” el brazo para darle un puñetazo-bofetón a esa chica que, simplemente, pasaba por allí?
¿De dónde coño ha salido la pandilla que le acompañaba vestida de uniforme?
¿Qué cojones hace la APM (Asociación de la Prensa de Madrid) que no es capaz de montar un “pollo” de envergadura ante al agresión a un reportero gráfico que hacía su trabajo? ¿Es que no estaba afiliado?
Entre tanto, el presidente de los periodistas madrileños, supuestamente da lecciones de deontología profesional  y escribe su opinión en medios digitales, lo cual es muy discutible. Cojonudo.
Un triste, vacío y lamentable comunicado de la APM no es suficiente para denunciar la salvajada de esos uniformados. Pero es lo que hay.
 
Quienes ya tenemos una edad recordamos cómics y dibujos animados de Los Golfos Apandadores de Walt Disney, unos personajes que, en España, no tuvieron tanto éxito como el Pato Donald, Mickey Mouse, Pluto o Goofy. Sin embargo, parecen proliferar en estos tiempos.
Este periódico y este periodista estarán siempre, y así seguirán, con la Constitución, la Libertad de Expresión y la Libertad de Prensa; apoyaremos a las Fuerzas de Seguridad del Estado, pero nunca iremos al paso de los “Golfos Apandadores” aunque vistan de policía o de periodistas.
 
Por cierto, perdón por las palabrotas desplegadas en este artículo. Mi madre no me enseñó a ser tan “mal hablado”, pero sí a decir la verdad. Es lo que he hecho.

Alfonso García

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