viernes, abril 19, 2024
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En agosto, vacaciones, aunque la crisis sigue, los mercados atacan, Europa no sabe qué hacer, Estados Unidos tirita y algunos temen el contagio de China para que ésta sea como dice David Taguas, la peor crisis que recordamos. ¿Serán suficientes las medidas que tomará el Gobierno en agosto para calmar la situación y dar aire a la recuperación? La respuesta es no. ¿Qué van a hacer en septiembre y octubre para atajar la peor situación económica de los últimos cincuenta o sesenta años? Esperar a ver qué hacen otros.

En Italia, el denostado Berlusconi ha puesto en marcha un plan que, más pronto que tarde también tendrá abordar España, pero ni los gobernantes en funciones ni los que aspiran a gobernar se atreven a sugerirlo. En Italia, Berlusconi ha decidido reducir drásticamente el número de ayuntamientos y concentrar y abaratar la gestión de todos los servicios municipales.

No sólo se eliminan un montón de cargos públicos que viven del erario público, sino que se racionaliza la gestión y se cambia el chip: no somos ricos, no podemos seguir despilfarrando. También aquí se debería abaratar -racionalizar- la gestión, incluso compartirla entre autonomías vecinas, y hacerla mucho más eficaz.

No hay que devolver transferencias al Estado -¿o sí?- pero sí evitar que cada autonomía tenga una estructura informática diferente y que para que se interconecten y se pueda seguir la pista de un delincuente o de un juicio- como sucede en la Justicia- haya que poner en marcha un programa especial tan complejo como costoso.

En España tenemos nada menos que 8.114 municipios. El 60 por ciento tiene menos de mil habitantes. ¿Se justifica que tengan alcalde, concejales, servicios propios, Polideportivo, casa de cultura y hasta si me apuran, Universidad? Es un modelo viejo, inservible, ineficaz y un lastre económico, pero ni el PSOE ni el PP quieren hincar el diente a este asunto. Lo tendrán que hacer.

No son sólo los despilfarros con aeropuertos como los de Castellón o de Ciudad Real y algunos más que no sirven o ni siquiera están abiertos al tráfico aéreo. En una hermosa ciudad de Cantabria, Laredo, se han gastado 90 millones de euros para hacer, en palabras del anterior presidente de Cantabria, el ínclito Revilla, «la obra de mayor inversión regional de toda la historia para el mejor puerto pesquero y recreativo del norte de España en una Cantabria infinita».

Pues bien, en este agosto de 2011 no hay ni un barco en los 859 nuevos atraques que se han construido y cuando llega algún barco despistado ni le cobran porque no hay nadie encargado de hacerlo. Ni zonas recreativas ni empleo ni, de momento, futuro. Y nadie es responsable de eso en una villa marinera que tiene 10.000 habitantes en invierno y 150.000 en verano.

¿Cuántas inversiones como ésta se han hecho en toda España para mayor gloria de los virreyes de turno y a costa de los ciudadanos? De esos barros vienen estos lodos.

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Francisco Muro de Iscar

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