jueves, abril 25, 2024
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El error de rumbo de John Mica

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El congresista John Mica, el legislador Republicano de Florida al que se culpa de clausurar de un golpe la Agencia Federal de la Aviación, sonaba como un caballero derrotado cuando me llamó la tarde del jueves.

El responsable normalmente incisivo del Comité de Transportes de la Cámara habló con remordimientos del enfrentamiento que provocó la baja de 74.000 personas, retrasos en los proyectos de seguridad aeroportuaria y la pérdida de cientos de millones de dólares del contribuyente.

«He sufrido una semana brutal, recibiendo por todos lados», me decía Mica minutos después de que el secretario de la mayoría en el Senado Harry Reid anunciara un acuerdo que puso fin en principio al episodio, hasta que el Congreso vuelva a reunirse el mes que viene por lo menos.

«No sabía que iba a causar tanta consternación», decía. «Ahora acabo de ponerme escoba y badil a limpiar el desastre». Cambiando de metáforas, decía querer «desatascar el lavabo, pero desbordó. Así que no sé qué hacer ni qué decir».

Al igual que el enfrentamiento por el techo de la deuda, la desaparición de la Agencia Federal de la Aviación confirma que los engranajes de Washington se han desprendido. Pero el resultado fue diferente. En la crisis de la deuda, los Demócratas del Senado y la Casa Blanca aceptaron las exigencias Republicanas en lugar de correr el riesgo del impago de la deuda. Esta vez los Demócratas dejaron que se produjera el cierre y a continuación culparon a los Republicanos.

Según el acuerdo bipartidista del jueves, los Demócratas aceptan las condiciones del legislador Mica para dejar que la Agencia siga operando un mes entendiendo que el Secretario de Transportes Ray LaHood extendería permisos para saltarse los capítulos con reparos. «No estoy contento por eso», decía Mica, señalando que ello «frustra» sus iniciativas. Pero sabe que perdió la batalla de las relaciones públicas. Para reparar el daño, decía que presentará una legislación para abonar a los empleados de la Agencia los días de baja.

La experiencia de Mica ilustra la naturaleza de alto riesgo del oficio en el nuevo Washington, donde hasta las cuestiones sin importancia como las de la Agencia se pueden convertir en siniestros. Con la desaparición de la buena disposición entre las dos formaciones, y entre las dos cámaras, las discrepancias cotidianas proliferan hasta convertirse en fracasos legislativos.

Mica empezó con un objetivo sensato: deseaba sanear años de caótica financiación destinada a la Agencia Federal de la Aviación. Los legisladores no habían sido capaces de ponerse de acuerdo en cuestiones como las subvenciones a los aeropuertos municipales o los turnos de pista del Reagan National de Washington, así que desde 2007 dejaron que la agencia funcionase con 20 proyectos de ley de financiación extraordinaria para cubrir lagunas.

Pero Mica reaccionó de forma exagerada. Dejando que su ideología contra-sindical se hiciera cargo, trató de utilizar la ley de la Agencia Federal para cargarse un fallo de la Junta Nacional de Mediación que rescindía una vieja norma que hacía inusualmente difícil organizarse a los empleados de las aerolíneas. Delta Air Lines presionó con fuerza al Congreso para que interviniera.

Mica sabía que los Demócratas del Senado se opondrían, así que trató de inventarse una baza de negociación: elaboró planes para recortar los fondos a los aeropuertos municipales de los estados de los legisladores Reid (Nevada) y Jay Rockefeller (Virginia Occidental), presidente de la comisión de transportes del Senado.

El legislador de Florida admitió públicamente su artimaña. «Sólo se trata de una herramienta para tratar de motivar medidas» a tenor del control sindical, decía el mes pasado a un grupo de responsables aeroportuarios, según Aviation Daily. «Yo no planeaba convertir esto en una cuestión nacional», decía.

Los Senadores Demócratas, explotando el reconocimiento por parte de Mica de que el anteproyecto era «una herramienta», se negaron a negociar. Dejaron que se produjera el cierre de la instancia y se despacharon contra Mica una vez los legisladores se marcharon de receso estival.

Reid le acusaba de hacer «rehenes». El coordinador de la oposición en la Cámara Steny Hoyer apuntaba que el cierre de la instancia cuesta a los contribuyentes más que el programa que Mica trataba de recortar. En privado, los colegas Republicanos de Mica le criticaron con dureza.

El Orlando Sentinel, próximo al distrito electoral de Mica, pedía cuentas al congresista y decía que era «patético» que «los legisladores disfruten de sus vacaciones estivales mientras algunos inspectores esenciales de la Agencia Federal de la Aviación trabajan sin cobrar».

Mica se quedó de una pieza cuando los Demócratas agarraron a los Republicanos «de los pelos», según sus palabras. «Muy honestamente no nos esperábamos eso».

Deberían. El legislador de 10 legislaturas funcionaba con reglamentos arcaicos. «En nuestro oficio, utilizas tus herramientas legislativas… y haces algo de presión», decía. «¿De qué otra manera se hace? ¿He de enviarles flores?»

Pero Mica, como cualquier otro hijo de vecino, creó una cultura de desconfianza en la que enrocarse en posturas de negociación no conduce al compromiso sino al enfrentamiento. ¿Y ahora se sorprende?

«La gente no tiene que llevarlo al terreno de lo personal», decía con un suspiro. «Mucha gente me odia a estas alturas, y cree que soy la peor persona del mundo por lo que hice». Es «esta especie de trampa», decía,» que ha cambiado la dinámica de la gente que trabaja con mayor eficacia junta».

Con suerte se acordará la próxima vez que atice a la otra parte.

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Dana Milbank

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