jueves, marzo 28, 2024
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Al habla Rajoy: Nada de nada

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Publica La Estrella Digital: “Rajoy ha perfilado las seis ideas en las que se basará su programa electoral, centrado en la austeridad, para crear puestos de trabajo, reformar el sector público, fortalecer las instituciones, mantener el estado del bienestar, impulsar la proyección exterior de España y abordar el sistema educativo.

Sobre este último punto ha destacado la importancia de una buena formación porque «nada es gratis» y, acerca de la creación de empleo, ha reiterado que «sin eso no hay nada».

Si a esta definición de sus propuestas añadimos su ya histórico “hay que hacer las cosas como Dios manda”, entonces ya tenemos el espíritu, las ideas, el plan y la metodología. Podemos ir en paz, como al salir de la Iglesia, porque la bendición está de nuestro lado gracias al compromiso asumido por Rajoy.

La Iglesia es un asunto bastante más serio que el señor Rajoy. Bastante más serio que sus ideas banales, sus recomendaciones de primaria, sus consejos antropológicos que nos reducen a homínidos que superan sus problemas con herramientas manuales que descuartizan problemas. Rajoy carece de fondo, de perspectiva, de virtudes teóricas acuñadas durante siglos de buena política aristotélica, platónica, racionalista, moderna o contemporánea. Rajoy se desvanece en naderías, en naneces, en nonadas en cosas que por si mismas no inspiran ideas de más calado que el aire que respiramos. O2.

Si va a gobernar, debería sacar punta al lápiz, hacer números, en entender su letra, aplicarse en el estudio, mejorar su credo y su fe en si mismo y deshacerse del lastre penosos y lamentable que acompaña cada uno de sus pasos. Si Rajoy quiere ganar a un potente Rubalcaba no debe tenerse en las virtudes de la gallina frente a los defectos del faisán: debe querer volar, remontarnos el vuelo, alzarse con ideas, propuestas, programas, soluciones. Algo que trascienda a blablablablabla, porque puede verse atrapado en un inmenso cilindro hueco, construido al vacío, en el que al no haber nada acabe creyendo que la realidad es hueca, sin aire, sin necesidad, sin obligaciones, sin preguntas ni respuestas. O sale del discurso aquel del Tato, o se comerá uno a uno los puntos de diferencia con Rubalcaba. Y se quedará mudo. Como ahora.

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Rafael García Rico

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