¿Dónde está el dinero? ¿Quién se lo ha gastado? ¿En qué? ¿Qué ganan las Agencias de Calificación en esta crisis? ¿Quiénes forman parte de sus Consejos de Administración?
¿Por qué los Gobiernos están demostrando su impotencia ante los mercados?
Estas y otras preguntas nos hacemos los ciudadanos de a pie abrumados por el alcance de una crisis que cada día nos empobrece más y sobre todo que nos augura un futuro cada vez más negro. Porque lejos de estar saliendo de la crisis parece que cada día ésta va a peor.
Vuelvo a la primera pregunta ¿dónde está el dinero? Está claro que ese dinero que parece haberse volatizado tiene que estar en alguna parte, en algún bolsillo. Es un dinero que no nos hemos gastado los ciudadanos por mucho que en los últimos años la gente se haya endeudado en el ladrillo.
Cada día que pasa es más evidente que hay un ataque sistemático contra el euro, como si alguien, o alguienes, quisieran acabar con la moneda única. En Estados Unidos las cosas tampoco parecen ir mejor, pero al menos por ahora el dólar parece resistir mejor.
La cuestión es que nadie parece saber cuándo acabará este tsunami y sobre todo cómo afrontarlo. Por ahora, los expertos lo único que recomiendan es el desmantelamiento del Estado del bienestar. Porque a la postre esas son las únicas medidas que se están tomando: reducir lo público por la vía del ahorro. Y está muy bien ahorrar, porque nuestro Estado ha gastado más de lo que tiene y sobre todo con enorme frivolidad. Tenemos triplicadas las Administraciones y hay que corregirlo, porque es una sangría de dinero. Pero en realidad lo que dicen que nos piden los mercados es que nos empobrezcamos, es decir que los trabajadores cobremos menos, que se resten derechos sociales y laborales, que se merme el presupuesto en educación pública, en sanidad. Es más, pretenden que la salud se convierta en un negocio, etc, etc, etc. Ese es el plan de los «mercados», pero ¿quién está detrás de los «mercados»?, ¿quiénes son los «mercados»? Pongamos nombres y apellidos y a lo mejor nos sale una lista de especuladores internacionales, de hombres poderosos que especulan con el dinero quebrando países y provocando la miseria de millones de personas.
Grecia está en venta, cualquier día nos enteramos que los mercados van a pedir a los griegos que privaticen el Partenon. Y no es una «boutade». De manera que sin caer en la paranoia de las teorías conspirativas lo único cierto es que este tsunami ha sido provocado y que hay quien se está enriqueciendo indecentemente a cuenta del empobrecimiento y la desesperación de los demás.
Lo que no entiendo, no me cansaré de repetirlo, es por qué el poder político no planta cara a los que están provocando el tsunami. ¿A qué tienen miedo? Lo que no es soportable es que el poder político democrático, es decir el que emana del pueblo, esté subordinado a intereses espureos, el de los «mercados» que parece que no tienen rostros ni nombres, pero los tienen. ¿A qué esperan las instituciones democráticas para dar jaque a los especuladores?
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Julia Navarro