jueves, abril 25, 2024
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Surf entre riesgos

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En los cines de sesión continua el personal aplaudía con fuerza cuando el Séptimo de Caballería aparecía por el horizonte, se entendía que con la galopada se daba por concluida una situación que estaba a punto de convertirse en trágica. Con el tiempo, aquellos cines se reconvirtieron en supermercados de bajo precio y juro que en la estantería de los tomates he visto a algún cuatrero agazapado y peligroso, escondido detrás de las ofertas. De algo me sirvió haber acudido como espectador cuando era niño.

Es verdad que en aquellos cines de barrio se vivía de manera muy intensa la acción de la pantalla, todo lo que aparecía proyectado en la pared era real, hasta había personas que se agachaban cuando se producía un tiroteo en el saloon y huían a refugiarse como hacía el pianista del chaleco oscuro. Pero uno sabía que por complicada que fuera la situación la película terminaba a una hora porque luego empezaba la siguiente y si te quedabas dormido el acomodador tenía la gentileza de apuntar a tus ojos con la linterna. En cambio ahora es diferente: la economía ha conseguido que todos seamos espectadores de este gran cine de barrio donde se proyectan películas de terror con gran realismo; no sabría distinguir entre la niña poseída de «El Exorcista» y la famosa prima de riesgo española, me parecen de la misma familia, tienen los ojos inyectados en sangre. Quizá se nos ha ido la mano con los efectos especiales y de tanto hablar de turbulencias en los mercados hayamos provocado la tormenta perfecta muy a nuestro pesar. Ahora que los especuladores nos cercan y nos defendemos entre las carretas tumbadas, tal y cómo nos enseñaron los manuales del western, nos podemos preguntar: «¿Dónde está el Séptimo de Caballería? ¿Tardará mucho, sabe usted?».

Estados Unidos tiene sus propias miserias económicas y no está para mandarnos a la Caballería. El entramado de conspiraciones es tan denso que tenemos razones para pensar que el robo del Códice Calixtino obedece a alguna de las razones ocultas que especulan en la sombra. Detrás de estos ataques a España, o a Italia, está el deseo de cambiar el eje económico del mundo. La economía china empuja con un ariete la puerta del castillo europeo y sus defensores han olvidado dónde pusieron el cerrojo para cruzarlo entre hoja y hoja. Con esta falsa fortaleza el euro tiene muy poca esperanza de vida.

Hacemos surf entre los peligros como el coronel Kilgore en «Apocalipsis Now», y así hasta que acabe la película, pero no sabemos hasta cuándo sólo que nos han recomendado abrocharnos el cinturón mientras dure el vuelo por razones de seguridad. No son tiempos de amor, desgraciadamente.

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Rafael Martínez Simancas

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