viernes, abril 19, 2024
- Publicidad -

La bicefalia

No te pierdas...

Por primera vez en nuestra reciente historia democrática el candidato de uno de los dos grandes partidos no será al mismo tiempo responsable máximo de la formación que lo presenta a las elecciones generales. A no ser que el PSOE celebre antes del otoño o de primavera un Congreso extraordinario, Alfredo Pérez Rubalcaba no ostentará la condición de secretario general aunque su retrato se multiplique en millares de carteles como aspirante a la Presidencia del Gobierno.

Si bien no está escrito en ninguna parte que ambas circunstancias tengan que ir unidas, la costumbre política de nuestros treinta últimos años había creado una especie de norma, por otra parte de voluntario cumplimiento, que hacía reunir en una misma persona las dos situaciones temporales como tarjeta de presentación al electorado. Este fue el requerimiento imperativo de José Antonio Griñán cuando se hizo cargo del Gobierno de Andalucía sin que Manuel Chaves hubiese tenido intención de cesar como responsable regional del PSOE, lo que dio lugar a tantos malentendidos que el nuevo inquilino del Palacio de San Telmo tuvo que plantarse para exigir su elección como cabeza visible del partido. La operación de hizo con fórceps, pero es lo cierto que se impuso la coherencia y que el presidente y candidato salió reforzado. Cuestión distinta es que luego se haya dejado jirones de prestigio a costa de las zancadillas y andanadas que le han venido desde los propios militantes disidentes.

La escenificación de la bicefalia socialista tiene distintas valoraciones. Rubalcaba tendrá que poner toda la carne en el asador y Zapatero aparentar un continuo mutis por el foro, si es que uno y otro no quieren, como es seguro, confundir a la opinión pública sobre el liderazgo socialista. Es la peor de las soluciones para un partido político que aspira a repetir en la Moncloa, pero todo parece indicar que se llegará a la convocatoria de los comicios, en noviembre o en marzo, con un actor principal, Rubalcaba, y otro secundario, Zapatero, por mucho que este último retenga la secretaría general.

No han de faltar críticas antes y durante la campaña electoral, que parece calentar motores, a esta situación inédita hasta ahora tanto en las filas del PSOE como del PP. Y por más explicaciones que se den desde Ferraz las lenguas de doble filo largarán lo suyo: Alfredo es el candidato de a ver qué pasa y después de las elecciones hablaremos. Porque parece adivinarse que si no le acompaña un digno resultado, no ya el triunfo, tendría que despedirse de su aspiración a salir elegido en el Congreso ordinario.

Zapatero se ha acogido al estribillo de unas clásicas sevillanas: me voy, pero no me ausento. Esa táctica tan española de querer seguir teniendo la sartén por el mango, frecuente en las empresas familiares donde el nieto y nuevo responsable no da un paso sin mirar qué cara pone al abuelo. Lo contrario a lo que debe suceder en una organización sólida en la que se procura dar  todo el poder al elegido para que los aciertos sean suyos o se equivoque hasta donde quiera.

No se conocen casos de éxito en estructuras bicefálicas, por mucho que lo que pretenda el PSOE es hacer aparecer a su candidato desligado de toda responsabilidad anterior, misión imposible para quien ha sido vicepresidente primero de un Gobierno con tantas vías de agua en su navegación. No nos quepa duda: Rubalcaba será recurrentemente acosado por preguntas sobre la gestión gubernamental de los últimos años, y pese a su indiscutible mano izquierda algún miura podría ponerlo en evidencia. No le valdrá aquello de las reclamaciones al maestro armero.

Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

Francisco Giménez-Alemán

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -