viernes, abril 19, 2024
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Adiós, presidente

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¿Qué se siente en la tribuna del Congreso de los Diputados cuando uno es consciente de que ha fracasado, de que no ha sido capaz, no lo es y no lo será de enderezar el rumbo de un país marcado por la crisis? ¿Cómo se siente un político cuando es responsable de dejar a su partido en la peor situación de la historia democrática, con los peores resultados y las más negras expectativas? El testamento de Zapatero ayer en el debate sobre el mal estado de la nación, su impotencia y su inutilidad, se resume fácilmente: nada en un vaso de agua. El tiempo está agotado. Hay que empezar a hacer el duelo y prepararse para lo que viene, que será peor. 

Podrá el presidente enmascarar su fracaso económico, el primero, el más grave, gracias al crecimiento de las exportaciones y, en segundo lugar, al regreso de un turismo que no puede ir a otros sitios y elige España. Pero no van a mejorar ni los datos de paro ni la confianza exterior y cualquier tormenta en Europa va a ser una inundación en España. Si no creamos empleo, no hay salida a la crisis y ninguna de las medidas del Gobierno va a tener efectos en el medio plazo. No estamos luchando contra la crisis, estamos acomodándonos a la crisis. La brecha cada vez más grande entre ricos y pobres en España, no en Níger, es algo que debería abochornar al presidente.

El segundo fracaso es el institucional. El descrédito de los políticos, la incapacidad para alcanzar un acuerdo institucional o un pacto de Estado para afrontar los retos ineludibles, para llevar a cabo un montón de reformas necesarias, la crisis irresoluble y vergonzosa del Tribunal Constitucional, la nueva situación en el País Vasco, -con Bildu en los ayuntamientos y las víctimas y los demócratas de nuevo amenazados-, la corrupción y el chalaneo con los partidos políticos para lograr mantenerse en el poder, son señas de identidad de este período que no afectan sólo al PSOE, ni son responsabilidad exclusiva suya, pero que marcan el mal estado del Estado de Derecho en nuestro país.     

Su mayor logro es el éxito de los indignados: los que han ocupado las plazas de España durante un mes y a los que ha tratado de hacer guiños irreflexivos; la mayor parte de los ciudadanos cabreados, sean del color que sean, y, también, los indignados de su propio partido, desde la cúpula hasta las bases. Todos somos indignados, nadie discute el malestar social generalizado, aunque desorganizado y poco operativo.

Adiós, presidente. Esto llega a su fin. Hace tiempo que prometí no volver a pronunciar dos palabras: «peor, imposible». Pero hoy vuelven a mi boca. Cuanto más tarde en llegar el final, peor estaremos. De usted depende.

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Francisco Muro de Iscar

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