martes, abril 23, 2024
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Cayo Lara

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Cayo Lara es un hombre de otro tiempo y de otro lugar. Y la política nacional le ha pillado a contramano.

El es un hombre de campo. A mucha honra. Y yo estaré ahí siempre contigo, hermano. Y estaré, como decía Pablo Guerrero, ‘entre el sol y los vientos y los racimos’.

Cayo es un comunista de los de antes. Campesino. Utópico. Criado a la lumbre de viejas historias de héroes quiméricos. “Réquiem por un campesino español”. “Paredes, un campesino extremeño”. Pero la ciudad está llena de navajas manchegas afiladas por la luna que no perdonan.

Nunca pensaste, Cayo, que el asfalto tuviera tantas trampas. Que la política nacional estuviera llena de tramperos. Que tus propios compañeros vivieran para zancadillearte. Y lo malo es que aquí no puedes mirar al cielo para saber si va a llover o granizar. Aquí sólo hay alimañas y son tobilleras.

Fue una pena que dejases a Llamazares en el Congreso y que te robase tanto protagonismo. Fue una pena que creyeses que IU aún vivía cuando estaba muerta. Se la había cargado su sometimiento a Zapatero. Aunque era igual, los comunistas ya no sois de este mundo. Fue una pena, compañero, que fueses tan buena gente y tan legal.

Hoy, todo el mundo pide tu cabeza. La disciplina de la coalición se te ha escurrido entre los dedos, como el agua de un venero, y quieren que dimitas. No te perdonan que, en Extremadura, tus compañeros le teman más al régimen socialista que les ha negado el pan y la sal que a la derecha que viene. Si te sirve de ayuda, te diría que recordases aquella canción de Lole y Manuel…‘Nuevo día’:

“El sol
Joven y fuerte
Ha vencido
A la luna
Que se aleja
Impotente
Del campo de batalla.
La luz vence tinieblas
Por campiñas lejanas
El aire huele a pan nuevo
El pueblo se despereza
Ha llegado la mañana…”

Y eso ha pasado en Extremadura: Allí, el aire huele a pan nuevo. Allí, el pueblo se despereza. Allí, ha llegado la mañana. Y a ti te faltó visión de futuro o te taparon los ojos… Ahora ya no hay remedio. Ya sólo te queda la Dignidad, Cayo…

Acuérdate de Miguel Hernández.

Pinocchio

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