miércoles, abril 24, 2024
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Ayer, por fin, coincidimos en espacio y tiempo.  Es difícil hacerlo. Esta vez sólo falló Vir, las obras en su casa le están dejando un reguero de polvo en el cerebro. Las responsabilidades de cada una, apenas nos dejan tiempo para tomarnos esas horas en las que el mundo se reduce a nosotras mismas.

Las convoqué para darles los resultados de mi pseudoestudio EGM y, evidentemente,  hubo risas más que otra cosa. Empezamos como se esperaba, llevándonos bien con el camarero. Algo torpe, eso sí. Al pedirle la carta de vinos, el susodicho nos apareció con tres botellas de vino como si fueran tres lechones amamantando. Elegimos la del medio por descarte. La comida, italiana, bastante flojita. Pero allí estábamos para desmenuzar mi experiencia, así que el attrezzo no era lo más importante.

Paloma me ha rebautizado. Mi nombre se le antoja obsoleto. “Libertina, cuándo se celebra el próximo critérium?” Evidentemente a ella le gustó mi experiencia con el ciclista. Le pone el poderío. Una buena verga y ella hace el resto. Un anuncio tipo: No se requiere experiencia.

La conversación se desvió hacia otros temas. La falta de intercambio de fluidos de Paloma y su necesidad de renovar el corazón. Las últimas sandalias adquiridas por Ana. El próximo viaje de conocimiento siciliano de María. Aunque de vez en cuando se daban pinceladas sobre mi estudio. Ana estaba en total desacuerdo con mi experiencia con el bancario. Ella ha alcanzado el cénit orgásmico con su hombre de 40. Le ofrece ternura y placer y  eso no tiene precio. Claro que, según ella,  no ha diversificado riesgos en cuestión de sexo.

Y María, mientras, observando, escuchando. Esperando su turno para dar en el clavo. En el mío,  siempre.  Debería ser psicóloga y no abogada. Para ella los hombres son para disfrutarlos a su antojo. En cuanto barrunta algo de cariño huye de ellos como de la peste. No quiere palabras de futuro. Solo el aquí y el ahora. Necesita un macho y punto. Le falta por probar con un sesenteño y está entusiasmada porque le aparezca uno como el mío. Eso de ponernos mirando para Burgos y Cuenca tiene mucho tirón.

A mí, sí me importa lo que opine el personal pero ‘yo aquí he venido a hablar de mi libro’. Se  ríen con el clásico pero siguen a su aire. Cada una a lo suyo, que para eso somos amigas. El único análisis que saco de todo mi ensayo es que si 90.60.90 no son medidas perfectas para todos ni todos pagan a 30.60.90 días y menos con la crisis, mi campo de pruebas no es determinante en cuestiones amatorias. Porque siempre habrá hombres tiernos y pacientes a los 20. Los habrá morbosos y encelados a los 40. Y también habrá de 60 a los que dar una palmadita de consolación en la espalda.

¿He dicho que me encantan mis amigas?

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